Fantasmas / ¿Pero y qué más?

Un fantasma recorre Europa y no son las sombras de las personas que buscan refugio lejos de la guerra. Es la historia que se repite. Esa que nos prometieron que nunca más sucedería.

Ana Gaitero

En cada ciudadano sirio que tiene que dejar su casa por las bombas o el miedo, y son ya cuatro millones, hay un español que cruzó los Pirineos, al final de la Guerra Civil, tratando de salvar la vida en Francia. Por cada sirio que llega a las costas de Europa hay un judío que intentaba cruzar el Atlántico huyendo del Holocausto.

La historia nos persigue, aunque en la era global, el genocidio, como todo lo demás, está deslocalizado. En Siria, Afganistán, Irak, África… La historia nos devuelve sus espumarajos como el mar escupe los cuerpos de quienes perecen en la Odisea de la diáspora salvaje.

La historia nos persigue. Pronto celebraremos 26 años de la caída del telón de acero, el muro de Berlín, mientras levantamos nuevos muros en toda Europa, en Palestina y electrificamos la valla de Melilla.

La historia se refleja en el presente inquietantemente. Cuando los españoles republicanos emprendieron el éxodo al otro lado de los Pirineos, muchos no querían quedarse en Francia. Y mucho menos en los campos de internamiento en los que fueron hacinados de la manera más indigna. La mayoría deseaban volver a su país, a la vida normal.

Mamá Merkel

Los sirios también querrían emprender el viaje de vuelta. Pero no pueden. Su horizonte es Alemania. El norte próspero y estable frente al sur pobre y convertido en un protectorado de Alemania por una crisis inventada para mayor gloria de mamá Merkel. Miren a su alrededor. El paisaje de los supermercados es germano, las películas de la tele son de factura alemana… Obedecemos órdenes de la banca alemana.

Un fantasma recorre Europa. Y no son los refugiados sirios que se niegan a ser confinados en campos de acogida en Hungría. Son las leyes represoras que entrarán en vigor próximamente en el país húngaro para encarcelar a quienes pisen sus fronteras.

La foto de Aylan

Pero frente a la cicatería y la ceguera de los gobiernos está la solidaridad y la madurez de la sociedad civil. O quizá tan solo la vergüenza de contemplar la muerte de un niño multiplicada en los medios y las redes sociales. Aylan ha muerto millones de veces ante nuestros ojos y nos ha removido las entrañas. Nos guste o no.

Estábamos de vacaciones. Y el niño con su cuerpo boca abajo, sobre la arena, nos dio un golpe de pecho. No. A mí no me escandaliza la foto de Aylan. Me horroriza lo que ocurre en Palestina, en Siria, en Afganistán, Sudán, Irak o República Democrática del Congo. Y me conmueve la muerte de Aylan y de miles y miles de niños y niñas víctimas de las guerras y las injusticias. Incluso en nuestro país.

La selfie de Ángela

A mí me da vergüenza la selfie de Ángela Merkel en un campo de refugiados. La dama de hierro convertida en santa por no haber hecho nada durante cuatro años de guerra en Siria. Ni ella, ni Cameron, ni Sarkozy, ni Rajoy. Me abochorna el espéctaculo del reparto de refugiados.

La historia se repite. Vuelve al teatro Madre coraje de Bertolt Brecht. Una pícara del siglo XVII transportada por el dramaturgo alemán a la Guerra de los 30 años como astuta vendedora ambulante que saca partido a la guerra y al dolor humano. Pero a la larga pagará un alto precio: Sus tres hijos.

Veremos cuál es el precio que pagará Europa y la sociedad del bienestar.

Ana Gaitero

Hay que acabar con la guerra en Siria, mientras la guerra continúe miles de familias sirias continuaran huyendo del horror.

Julia Navarro

Mientras desde los países e instituciones de la Unión Europea se intenta dar una solución al problema inmediato que supone dar cobijo a los miles de refugiados que huyen de Siria y de otras zonas en guerra, queda en el aire la pregunta principal: Pero ¿y qué más?

Y es que la Unión Europea, y no digamos Estados Unidos deberían de abordar el problema principal que no es otro que el que hacer para acabar con la guerra en Siria. Porque mientras la guerra continúe miles de familias sirias continuaran huyendo del horror, convirtiéndose en exiliados, jugándose la vida por llegar a Europa.

Siria2015España1939Siria es un país destrozado por la guerra donde el presidente Al Asad conserva algunos territorios, otras zonas estas en manos del Estado Islámico, otras en la de la oposición al régimen, amen de que los distintos grupos que forman la oposición a al Asad están a su vez divididos y pelean entre si. O sea el caos.

De manera que la única manera de acabar con el drama de los sirios es intentar apaciguar el avispero en que se ha convertido su país y para ello se necesita que la diplomacia trabaje pero lo que no es seguro es que sea suficiente.

Lo que es evidente es que la política de Estados Unidos en Iraq, Afganistán, Siria, etc, apoyada por la UE, ha resultado un absoluto desastre para los ciudadanos de estos países que ahora a duras penas sobreviven en medio de la guerra y la destrucción. De manera que Estados Unidos y Europa tienen una responsabilidad directa sobre estos ciudadanos huyendo del horror llegan a la Unión Europea.

Me parece pues que además de la obligación moral de acoger a los refugiados y arbitrar de todos los instrumentos necesarios para que puedan encontrar entre nosotros una vida mejor, los países e instituciones de la UE deben de abordar el problema en la raíz, es decir en la mismísima Siria. Pero no solo allí. El Estado Islámico se ha convertido en la peor pesadilla y no solo para Occidente sino para los países de la otra orilla del Mediterráneo que son quienes más sufren sus embestidas. Los hombres del Estado Islámico van dejando a su paso un reguero de violaciones, torturas, ejecuciones, secuestros, instalando un régimen de terror.

Se han convertido en la principal pesadilla y en un enemigo terrible y temible no solo en Occidente.

Por eso insisto en que hay que hacer algo más, no sé el qué, pero algo más de lo que se ha hecho hasta ahora.

Resulta desgarrador ver a todas esas miles de personas huyendo desesperadas de la guerra, dejando sus casas, sus familias, sus pueblos, sus países con pocas esperanzas de poder regresar algún día. Sí, algo más hay que hacer.

Julia Navarro

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