Interinos itinerantes, la incierta vuelta al cole de cada año para miles de profesores

  • “Hay veces que pierdes dinero, mi primer año de trabajo pasé por seis institutos”
  • “A efectos de la enseñanza, la movilidad de los profesores es nefasta”
  • Alumnos nuevos, compañeros nuevos, Guillermina Vázquez sabe bien qué significa ir de instituto en instituto
Interinidades verdes

Interinidades verdes

Interinos en Castilla y León

La tasa de interinidad del sistema educativo de Castilla y León se situará este curso en el 18,8 por ciento, repartido entre el 11,6 por ciento en la Educación Infantil y Primaria y el el 27 por ciento de la Secundaria, ya que el profesorado que se ha jubilado en los últimos años no se ha cubierto con convocatoria de oposiciones. No en vano, en los últimos ochos años solo hubo oposiciones en 2010 y 2015

Otro ejemplo, Andalucía

  • La consejera de Educación reconoció un nivel de interinidad entre los docentes en Andalucía que roza el 15% del total frente a un 10% del curso pasado.
  • «A efectos de la enseñanza, la movilidad de los profesores es nefasta», opina Guillermina, profesora de Música.
  • «Mi primer año de trabajo pasé por seis institutos», recuerda José Antonio, que imparte clases de Historia.

Hoy aquí, mañana allá. Son profesores interinos que aprobaron la oposición pero no con la nota suficiente nota para tener plaza fija en algún colegio o instituto. Andalucía es muy grande y la moneda del destino puede caer cada año en algún remoto lugar entre Huelva y Almería. La contratación de profesorado interino se produce para cubrir casos de eventualidades de funcionarios docentes con puestos fijos como puede ser enfermedad, excedencia, maternidad o paternidad, comisiones de servicio, etc.

Para este curso hay cerca de 100.000 docentes en la educación pública, como informó  el pasado martes la consejera Sonia Gaya, quien reconoció un elevado nivel de interinidad, que roza el 15% del total frente a un 10% del curso pasado. De hecho, cifró en 13.774 el número de interinos, y en el curso pasado, su predecesora, Adelaida de la Calle, habló de 10.416 (en torno a un 10% del total entonces). En concreto, este curso los interinos son 4.084 maestros y 9.690 de ESO y educación especial. «No son cifras definitivas porque habrá vacantes sobrevenidas a inicio del curso», aclaró.

Alumnos nuevos, compañeros nuevos

Guillermina Vázquez sabe bien qué significa ir de instituto en instituto. Empezó a trabajar en 2008, desde 2010 tiene plaza de profesora de música pero sin destino definitivo y, a efectos prácticos, es como una interina. Nada menos que diez destinos en estos años de idas y venidas que pesan a nivel personal y emocional pero también a nivel laboral. «A efectos de la enseñanza, la movilidad de los profesores es nefasta», comenta poco antes de, por primera vez, repetir destino en Las Cabezas de San Juan (Sevilla), donde hizo sus primeras prácticas hace casi una década.

Optó por las oposiciones de secundaria en busca de un buen horario y de estabilidad laboral pero, de momento, «cada año cambio de centro». «Alumnos nuevos, compañeros nuevos,… Tienes que adaptarte a todo y defender tu asignatura», explica. Un reciente cambio en el modelo de gestión de las plazas y los traslados perjudica su situación y hace que, cada año, el orden de preferencia varíe y no pueda permanecer en el mismo centro al año siguiente. «Cada curso me tengo que hacer a los alumnos y los alumnos se tienen que hacer a mí», lamenta esta profesora de 37 años.

El Viso del Alcor, Marchena, San Fernando, Dos Hermanas, Sevilla, Los Palacios, Alcalá de Guadaíra, Mairena del Alcor, Huelva, Las Cabezas de San Juan,…. Además de las dificultades laborales, Guillermina lamenta que la movilidad también frustra en cierto modo su implicación, principalmente a principio de curso, al no poder asistir a la evolución de sus alumnos o a la hora de no poder seguir compartiendo inquietudes o satisfacciones con compañeros que va dejando en el camino hasta el siguiente cambio de destino. Opina que un destino definitivo colaboraría a buen seguro en aumentar su implicación y su motivación a la hora de afrontar un nuevo curso.

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«Tienes que ir donde esté el trabajo»

Esther Romero también es periodista, tiene ahora 43 años y hace seis que dio un giro a su vida. Trabajó durante 15 años para una productora de televisión en Sevilla hasta que llegaron las vacas flacas y tuvo que buscarse otro sustento. Al disponer del antiguo CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica), buscó su hueco como integrante de una bolsa de empleo. Se presentó a las oposiciones de técnico superior de imagen y sonido, que se convocan junto a las de Secundaria. «Son sustituciones, cobertura de vacantes o de jubilaciones. Ahora mismo estoy a la espera de destino», comenta.

En su particular déjà vu, como en la tele, al empezar el verano se queda en paro y su futuro laboral se queda en el aire. Su primer instituto fue en Córdoba, en 2015. El año pasado, Granada. Esther tiene dos hijas y está separada. «Al no tener puesto fijo, no puedes arriesgarte a llevarte a las niñas». ¿Y mientras? «Cuando estaba en Córdoba, iba y venía. En Granada fue diferente». Su padre y los abuelos estaban con ellas. «Tienes que ir donde esté el trabajo, porque el trabajo no va a ir donde estás tú», dice. Con todo, espera que, más pronto que tarde, uno de los centros de la provincia de Sevilla que imparte el módulo superior le brinde la oportunidad.


«Hay veces que pierdes dinero»

«Mi primer año de trabajo pasé por seis institutos», recuerda José Antonio González, profesor de 40 años que imparte clases de Historia en un instituto de Sevilla. «El ir de centro en centro y no tener tiempo para nada evita que se tenga un pensamiento crítico, que se participe en las decisiones del centro,… No terminas de adaptarte a ningún centro y el docente se convierte en sumiso en cierto modo», señala.

José Antonio lleva tres años en un IES del Polígono Sur donde presentó un proyecto educativo que la ha dado cierta estabilidad pero aún recuerda aquel 2010, el hostal de Marbella, la sustitución en Villamartín o los diez días en Alcalá de Guadaíra. «Fue una auténtica locura y era mi primer año de trabajo», indica. «No te hace con los compañeros ni con los alumnos». Arahal, Cádiz y Dos Hermanas completaron aquel curso como docente nómada.

En 2012 pasó de tener vacante a no tener nada debido al despido de cerca de 5.000 interinos, recuerda. Pudo retomar las sustituciones un año más tarde y estuvo dando clases en Palma del Río, Almería y Huelva. Destinos variopintos a los que cuesta adaptarse, y no por mucho tiempo, y que casi tampoco compensan económicamente. «Hay veces que pierdes dinero», lamenta, concluyendo que cree que el sistema podría organizar mejor los recursos, centralizar los llamamientos y facilitar a los profesores interinos su trabajo y la conciliación de la vida familiar.

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