Razones para una huelga de mujeres

Quiero escribir una carta abierta a Rajoy y Arrimadas, entre otr@s, con talante y sin acritud.

A ver, vamos a empezar con dos obviedades: si no es cuestión de los estados trabajar para garantizar la igualdad entre sus ciudadan@s, fomentar la redistribución de la riqueza común y ocuparse de las personas y los colectivos menos privilegiados, el estado se vacía de la función que justifica su nacimiento y su existencia, y esto visto incluso desde la perspectiva más rancia. El estado moderno se contrapone en su misma concepción a «la ley de la selva», al abuso de la fuerza, al ejercicio arbitrario y despótico del poder, a la acumulación de la riqueza en manos de una aristocracia todopoderosa.

Otrosí: si el feminismo y las reivindicaciones de igualdad entre hombres y mujeres se despojan de su componente ideológico, pierden por completo su sentido. El feminismo occidental moderno nace de la revolución francesa, de sus ideales de «libertad, igualdad y fraternidad,» del pensamiento radicalmente socialista de Mary Woolstonecraft, Virginia Woolf o Simone de Beauvoir. Y, por supuesto, de la lucha de las mujeres trabajadoras, que nunca se sintieron especialmente representadas por esas pensadoras de raigambre pequeño-burguesa y prefirieron emprender sus propias batallas en el ámbito sindical, aunque sin demasiado éxito, porque a los sindicatos mayoritarios les ha llevado su fatiguita incorporar las prioridades de las mujeres a su agenda política.

Se nos suele olvidar que el 8 de marzo conmemora el día en que unas cuantas obreras del sector textil en Estados Unidos ardieron vivas por defender sus derechos laborales. Y es que el capitalismo, nuestra religión global, heredó sus estrategias básicas (como no podía ser de otra manera) de la otra gran religión que lo precedió y parasitó, el patriarcado, con sus múltiples manifestaciones locales y globales, y su epítome en las religiones monoteístas que aún hoy son mayoritarias a escala planetaria. Vamos, que si despojamos al 8 de marzo de su raigambre ideológica, mejor dedicamos el día a los coros y danzas y nos orientamos a implementar el ideario político de la Sección Femenina (y esto sin perder la perspectiva histórica sobre algunos de sus incuestionables méritos, verbigracia el servicio social como contrapuesto al servicio militar).

Dicho esto, en una obra imprescindible que cuestiona de pies a cabeza los pilares del feminismo occidental, Male Daughters, Female Husbands (Hijas varones, mujeres-marido), la antropóloga nigeriana Ifi Amadiume narra cómo las mujeres igbo en la era pre-colonial se organizaban para hacer «huelgas de sexo» (y otras tareas propias de su ídem y condición) colectivas cuando sus compadres les faltaban al respeto. Huían al bosque, llevando consigo solo a los lactantes, hasta que los hombres se avenían a negociar. Esto lo contaba yo hoy en el bar del pueblo a la hora del vermú, y un espontáneo matizó: «Bueno, algunas también se quedarían con ganas.» Pero, opino, cuando andas con un crío a la espalda y otro a la teta, como pa’ joder estamos a la vuelta de la finca en la que cultivas el sustento familiar, considerando que en un ratico te levantas, antes de que se haga de día, para ir al bosque a por leña y al río a por agua… A lo que Carlos Tejerina, uno de los genios locales, apostilló (citando a no recuerdo quién, pero alguien relacionado con Julio Romero de Torres) que «la mujer es el eje de la rueda de la vida».

Lo que me recuerda a su vez la película Un día sin mejicanos, estupenda distopía sobre el derrumbe de los Estados Unidos si una buena mañana los inmigrantes desaparecieran como por arte de Trump. O a las huelgas de embarazos de las mujeres nórdicas en los años sesenta, hasta que consiguieron que sus estados (siempre tan concernidos con el control de la natalidad, ya sea para premiarla con pisos de protección oficial o para imponer la política del hijo único que explica el déficit de mujeres en la China actual) se tomaran en serio que parir y criar guajes son trabajos tan respetables como desarrollar microchips, y bastante más necesarios para la supervivencia de la especie. Y así consiguieron empresas, cines o instituciones con guarderías, bajas de maternidad y paternidad pagadas y otros tantos derechos elementales que hacen del gélido norte un entorno casi idílico para procrear.

Sin el trabajo impagado, degradado y minusvalorado de mujeres, inmigrantes, esclav@s, pres@s políticos y un interminable etcétera, sin los saberes marginalizados y socialmente despreciados de brujas y hechiceras, labradores/as, miner@s de cinco años, aborígenes e indígenas, niños y niñas yunteros y otro interminable etcétera, sin la resiliencia imponderable que constituye la fuerza l@s débiles, este mundo de mierda nunca habría llegado a existir, y se vendría abajo de un día para otro, como un castillo de naipes ante un tsunami.

Así que, personalmente, el 8 de marzo voy a renunciar a un día de mi sueldo como funcionaria (docente) pública harto privilegida, y si el alcalde de Gradefes me da permiso, me dedicaré a arengar a las masas populares de la comarca de Rueda que se avengan a escucharme, y a quienes se anime a venir a visitarla desde la capital del parlamentarismo mundial y su alfoz…

MARTA SOFÍA LÓPEZ PROFESORA TITULAR DEL DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA MODERNA

Paro-Internacional-8M

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