Una hora para que el alumnado discuta sobre un tema

Los colegios daneses dedican una hora semanal a esta clase que no existe en España

A veces, lo más importante no es dar una hora lectiva más de Lengua, Matemáticas o Ciencias, sino ayudar a que los alumnos desarrollen otras habilidades personales

No es necesario recordar otra vez el éxito educativo y social escandinavo, tan cacareado que ha terminado por convertirse en un cliché. De ahí que, muchas veces, la alabanza incondicional a los países del norte amenace con ocultar los detalles que de verdad marcan la diferencia y que muestran la peculiar mentalidad de las sociedades escandinavas. Conocer estas peculiaridades ofrece la posibilidad de aprender un par de cosas que quizá podamos aplicar a nuestra propia sociedad, aunque no sea de forma literal, pero sí en espíritu.

Es el caso de la Hora de la Clase (“klassen time”), una peculiaridad de los horarios de los colegios daneses. Consiste en dedicar una hora a la semana a que los alumnos discutan sobre un tema de actualidad o que les afecte directamente en un ambiente distendido, con el objetivo de que aprendan a debatir, a proporcionar argumentos y a rebatir los de los demás, a entender los puntos de vista que no comparten y a llegar a conclusiones. El tema a tratar suele ser decidido por los propios alumnos (aunque el profesor realice sus sugerencias), de los que se espera que sean capaces de tomar sus propias decisiones, y en muchos casos se trata de problemas de convivencia, como una discusión entre dos estudiantes.

Aunque dejó de ser obligatoria en 1993, la mayor parte de colegios la han mantenido en sus horarios

Una tesis doctoral escrita por Ditte Strunge Sass sobre la educación del ciudadano en la escuela danesa da una buena idea de en qué consisten estas clases: “La hora de la clase es una lección completa dedicada a discutir problemas sociales importantes, como la educación sexual, el bullying, la salud, las reuniones del consejo de estudiantes, etc”, explica la investigación. Es tiempo también para relajarse y dejarse llevar, puesto que lo más importante no es convencer a los demás, sino ser capaces de aceptar las opiniones distintas.

No obligatorio, pero sí recomendable

Varias generaciones de daneses han tenido esta hora de la clase en sus horarios cuando eran jóvenes. Durante mucho tiempo fue obligatoria, hasta que en 1993 dejó de serlo. Sin embargo, como señala la tesis, la mayor parte de colegios la siguen conservando en sus horarios. Parte esencial de esta hora es la comida, como afirma Jessica Alexander, autor de ‘The Danish Way of Parenting: What the Happiest People in the World Know About Raising Confident, Capable Kids‘ (Perigee Books) en ‘Salon‘: se anima a que los niños aporten un bollo (preparado de una manera muy concreta) o un aperitivo mientras debaten, de forma que la discusión no sea vista como un enfrentamiento sino como una distendida charla.

Una amigable discusión (con tarta). (iStock)
Una amigable discusión (con tarta). (iStock)

En los cursos iniciales, gran parte de esta hora está dedicada a que los niños jueguen, ya que este también se considera un importante aspecto en la formación de los estudiantes. “Nuestro trabajo como profesores es asegurarnos de que los niños entienden cómo se sienten los demás, y vean por qué”, explica a la autora un profesor de Odense llamado Jesper Vang. “De esa manera, podemos obtener una solución justa basada en escuchar y entender de verdad”. Aunque los profesores dejan una gran libertad a sus estudiantes, también determinan el turno de palabra o intervienen en caso de que se traspasen los límites.

¿De qué manera se desarrolla una de estas clases? La tesis de Sass recoge un buen ejemplo. En la hora que presenció, se discute quién puede jugar al fútbol con los compañeros de clase durante el recreo, partiendo de la premisa de que, hasta ese momento y por lo general, el que tiene la pelota decide; en otras ocasiones, se determina a través de una votación si los amigos de otras clases pueden participar. La profesora les recuerda que esta opción no siempre es la mejor, porque puede resultar arbitraria, y propone intercalar los recreos en los que los invitados están permitidos y los que no.

El consejo de los estudiantes o ‘Elevradet’ ha sido parte del currículo de los centros daneses desde mediados de los años 70

A medida que la discusión avanza, es patente que la profesora intenta proponer alternativas que sabe que no van a ser bien recibidas entre los alumnos, pero que tienen el objetivo de hacerles pensar y sacarlos de sus ideas preconcebidas. Finalmente, todos exponen las distintas opciones y votan. El resultado es inmovilista: la opción ganadora es que el que tiene el balón, decide. Sin embargo, como señala la tesis, “los estudiantes utilizaban el marco de la democracia deliberativa, en la que cuando no se puede llegar a un consenso, se vota”. Y este resultado debía ser aceptado por el profesor, ya que “así son las reglas de la democracia”.

No es la única manera en la que los estudiantes daneses aprenden los principios de la democracia. Existe otra fórmula conocida como el consejo de los estudiantes, que se celebra una vez al mes con representantes de cada una de las clases del organigrama escolar. En lugar de centrarse en el funcionamiento del aula, en este caso lo hacen en el del colegio entero. El consejo de los estudiantes o ‘Elevradet’ ha sido parte del currículo de los centros daneses desde mediados de los años 70.


Noticia El Confidencial

Héctor G. Barnés

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1 respuesta

  1. M.Fernanda dice:

    Cuanto luchamos por la hora de tuturia, asamblea,…no tanto pagada (divididos algunxs porq en secundaria se pagaba aunque muchos no la hicieran)sino reconocida en el horario. Nos prohibian ponerla y no nos firmaban el horario lxs inspectores si la poniamos.

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