Probablemente ya ha terminado de comprar o adquirir los libros de texto para este curso. Y puede que muchos sean ediciones nuevas en las que las editoriales han hecho un esfuerzo por ir incorporando retales de la coeducación o educación en igualdad. Una viñeta suprimida por aquí, un recuadro añadido por allá, alguna que otra científica o filósofa para evitar la sempiterna lista de figuras destacadas de las artes y las ciencias en las que solo aparecían señores de gesto adusto. Con o sin barba. Con o sin corbata. Pero siempre hombres.
Diez años después de que se aprobase la Ley de Igualdad, ni el Ministerio de Educación ni la mayoría de las comunidades autónomas parecen haberse tomado demasiado en serio la aplicación de una norma que debería haber obligado a las editoriales a modificar de manera sustancial los manuales con los que educamos a nuestros hijos. Una política de laissez-faire que hace que las editoriales incumplan de manera flagrante la ley sin que ello tenga más consecuencia que la perpetuación de estereotipos sexistas.
Una excepción es la Comunidad de Navarra, que este año ha puesto en marcha el programa Skolae que ha comenzado a implantar en 16 colegios de forma piloto, pero que espera hacerlo en los más de 500 centros educativos de la comunidad en los próximos tres años. «Es un programa que se desarrollará en todas las etapas educativas de 0 a 18 años y que tiene como fin desarrollar las competencias para vivir en igualdad. No hemos elaboramos libro ni creemos que sea importante, pero hemos desarrollado materiales y fichas de trabajo que cada docente podrá adaptar», afirma Pila Mayo, directora de Igualdad y Convivencia del Gobierno de Navarra. «Detectamos que la educación en igualdad se limitaba a la militancia y nos pusimos en serio el objetivo de cumplir con la ley». añade.
«Se han producido avances en algunas editoriales, pero son muy lentos»afirma Marian Moreno, profesora de Gijón y experta en formación del profesorado en coeducación.
Por ejemplo, la Editorial Anaya ha decidido formar a sus empleados, empezando por los directivos, en perspectiva de género y muchas empresas editoras han elaborado manuales y guías sobre cómo utilizar un lenguaje inclusivo en los materiales escolares. Pero la mayoría de las expertas consideran que los resultados alcanzados son aún pobres y que en muchísimas ocasiones prima la mirada comercial por encima de la educativa. “Las editoriales y la Administración llevan más de diez años incumpliendo la ley”, sentencia la profesora Moreno.
«Si la igualdad no está en quienes mandan, en quienes hacen las normativas, en quienes contratan, en quienes son contratados, la igualdad no llega al los libros. La igualdad no es un quiste, es una forma de vivir, de estar en el mundo. Es una ideología de vida para hombres y para mujeres», añade Moreno.
Para constatar si de verdad ha habido cambios y cuán sustanciales son, les invitamos a revisar los libros de texto con ‘perspectiva de género’. Aquí tiene algunas pistas sobre cómo detectar el sexismo más o menos soterrado que sigue transmitiéndose a través de los manuales escolares:
1. El fenómeno de las ‘mujeres invisibles’
No están. Las mujeres y sus logros a menudo no figuran en los libros de texto. El recuento realizado por Moreno en uno de los libros de de literatura universal de 1º de Bachillerato utilizados en su colegio de Gijón arrojó que contenía 157 autores masculinos y tan sólo referenciaba a siete autoras que ocupaban en total 61 líneas de texto.
La invisibilidad de las mujeres en los manuales escolares de la ESO ha sido ampliamente estudiado por la catedrática Ana López Navajas de la Universidad de Valencia, que lleva nueve años elaborando una amplísima base de datos donde se recoge la aportación de las mujeres a lo largo de la historia. Según el trabajo de esta investigadora, las referencias a mujeres en los libros de texto de secundaria es de apenas el 7%, cifra que disminuye hasta el 5% o al 1% en materias como las ciencias o las tecnologías, respectivamente.
«Las mujeres han hecho muchísimas cosas a lo largo de la historia a pesar de las dificultades, pero raramente han permanecido en los textos escritos», afirma López Navajas. «En la actualidad se ha documentado una gran cantidad de sus logros, pero éstos siguen brillando por su ausencia en los materiales escolares», añade.
Un informe publicado recientemente en la revista Science indica que las niñas aprenden a subestimar las capacidades de su propio género a los seis años. La edad en la que empieza la formación obligatoria en mucho países. La falta de referentes y los estereotipos de género hacen que se alejen de las actividades consideradas para los «muy muy listos». Según la investigadora de la Universidad de Illinois que realizó el estudio, “nuestra sociedad tiende a asociar la genialidad más con los hombres que con las mujeres y esta idea aleja a las mujeres de trabajos en los que se percibe que es necesaria esta capacidad”.
Un video creado por Microsoft para el día Internacional de la Mujer, pide a niñas que nombren a científicos conocidos. Ninguna tiene problemas para nombrar varios hombres inventores. Pero cuando se les pregunta específicamente por mujeres científicas, ninguna puede responder. Este desconocimiento es extrapolable a distintos países y culturas, puesto que la huella de las mujeres no está presente ni en la educación, ni en la sociedad. Han sido invisibilizadas. El vídeo concluye rindiendo homenaje a varias científicas. La falta de referentes es asociado por muchas expertas a la baja elección de carreras científicas y técnicas por parte de las adolescentes.
2. Los estereotipos
Si la aparición o no de las mujeres en las distintas materias es importante, la forma en la que lo hacen no lo es menos. Marian Moreno, que no utiliza libros de texto en sus clases, promueve que sus alumnos analicen libros de texto para despertar el pensamiento crítico y aprender a analizarlos con perspectiva de género. «No se trata de que no haya mujeres matemáticas. No va de eso. Es muy obvio que no las va a haber. Lo que les pido a mis alumnos es que analicen los enunciados de los problemas de un libro de matemáticas de 3º de la ESO que se usa en mi instituto».
El resultado fue que en los enunciados, las mujeres principalmente van de compras. Junto a amas de casa, las mujeres son también, aunque en menor medida: viajeras, madres, vendedoras, azafatas, voluntarias y recibidoras de bombones. No hay una sola arquitecta, ingeniera o cantante de rock. «Las mujeres, según el libro, tenemos una acción dentro de la sociedad actual my pobre o incluso paupérrima. Tanto que todo lo que hacemos, o no lo cobramos o lo cobramos poco», comenta Moreno.
Por el contrario, los hombres son muy activos: son atletas, tenistas, montan en bicicleta, tienen profesiones como jardineros, camioneros, electricistas, granjeros, herreros, pintores, arquitectos, financieros, profesores, cocineros… Aportan muchísimo a la humanidad.
Aunque ha disminuido gracias a las presiones sociales, este tipo de visión estereotipada se dan en casi todas las asignaturas. Uno de los libros que Moreno pone como ejemplo, lo hace explicando las oraciones copulativas, el polisíndeton y raya lo grotesco con el ejemplo que explica que la copulativa negativa admite el polisíndeton: «Él no cocina, ni se ocupa de la casa, ni atiende a los niños».
3. El sexismo linguístico.
Se trata del uso discriminatorio del lenguaje por razón de sexo. El uso del masculino como genérico es, probablemente, el más común. Según Carmen Ruiz Repullo, investigadora y asesora en materia de género que asesora a Anaya en esta materia, «el lenguaje sexista oculta, excluye, subordina y desvaloriza». Entre las formas que adopta este sexismo en el lenguaje, la experta destaca algunas figuras como el ‘salto semántico’ , que consiste en iniciar un discurso utilizando el género masculino como si se refiriese a ‘hombres y mujeres’ cuando en realidad solo se está refiriendo a varones. Un ejemplo tipo: “La característica fundamental de la cultura griega es el concepto de la libertad del hombre” (olvidando que la mujer en la Griega clásica no tenía derecho a voto).
Otra modalidad de sexismo lingüístico muy extendida consiste en considerar a la mujer como un ser pasivo: «a las mujeres les fue concedido el voto en 1931», en lugar de «las mujeres lograron el derecho al voto en 1931». La primera frase otorga a las mujeres un papel pasivo, desestimando su lucha por obtener este logro.
4. La información falsa o sesgada
La editorial Santillana tuvo que retirar un libro para alumnos de 4º de la ESO en el que se aseguraba que «Los movimientos feministas radicales defienden la confrontación entre los sexos. […]” y “defienden el lesbianismo como la mejor opción sexual para las mujeres». Más de 10.000 firmas en la plataforma Change.org presionaron a la editorial que aseguró que desde la aprobación de la LOMCE este contenido ya no se publica, sin embargo la protesta se produjo el curso pasado.
Otro caso sonado fue el del libro de Economía de la Editorial Almadraba que culpaba a la mujer del aumento del desempleo afirmando que: «la incorporación de la mujer al mundo laboral ha incrementado considerablemente la oferta de trabajo disponible». Un enunciado que claramente identifica el empleo como algo propiedad del varón, que es arrebatado por las mujeres que pretenden acceder a él.
Otro libro de Biología de 3º de la Eso, afirma que la heterosexualidad es la forma más saludable de sexualidad y que no es comparable a la homosexualidad en términos de salud, dejando abierta la puerta a entender que esta última no es saludable, aunque no se expliquen los motivos. El manual afirma, además que la heterosexualidad es el entorno más óptimo para la educación de los hijos.
5. Imágenes que perpetúan roles
Aunque el lenguaje que se utilice sea inclusivo, el sexismo se perpetúan en muchas ocasiones a través de la imágenes que se escogen para ilustrar. Niños y hombres activos frente a niñas o mujeres en roles tradicionalmente femeninos, como madres, limpiadoras, amas de casa, etc. Las imágenes, sobre todo en los materiales escolares de las primeras etapas de la formación, cuando los escolares aún no leen, constituyen una poderosa arma con la que los niños y niñas configuran su visión del mundo y el papel que juegan en él.
«Vamos bien, pero muy despacio», señala la profesora Marian Moreno. «La culpa no es de las editoriales, sino de la Administración, que no debería permitir que entrara en los colegios ningún material que no cumpla con la ley. Las editoriales tienen, en todo caso, una obligación ética y social que deberían cumplir».