Escuela con derecho a soñar
Fabricio Caivano reivindica maestros y maestras que «movilicen el deseo de saber» y vean «un sueño en cada mirada de un niño» en las jornadas de renovación pedagógica.
ana gaitero | león
En un tiempo en el que «estar escolarizado ya no equivale a estar educado». En una era en que trasvasa el ideal educativo de «la escuela pública a las universidades privadas». En una sociedad de la información en ña «estamos muy desinformados y crece la ignorancia» y en la que «el tener ha derrotado al ser y el capital al trabajo»…
En un tiempo en que el capital financiero es «una autoridad planetaria mundial» y el «ciudadano cuenta solo como visitante solvente del gran bazar». Y en una época en que el éxito más sutil «ha sido la conquista de los sentimientos y la pasión»…
En este tiempo vuelve a depositarse la esperanza en la escuela. «A buena hora se acuerdan de la escuela», afirmó ayer Fabricio Caivano, el periodista que dice que no es pedagogo y que hace 42 años, meses antes de que muriera Franco, logró convencer a dos catalanes para que pusieran 50.000 pesetas y sacar el primer número de Cuadernos de Pedagogía.
Caivano, quien participó ayer en las jornadas ayer en las jornadas de Movimientos de Renovación Pedagógica en los años de la transición y la reforma educativa que se celebran en Sierra Pambley, dibujó un panorama desalentador y complejo para la escuela y sus actores principales, maestros y maestras, niñas y niños.
Pero también tendió un puente hacia la esperanza en la época de las «microutopías a pie de calle» frente a las macroutopías que alentaron aquellos movimientos de renovación emparentados con el modelo liberal pedagógico de la la Institución Libre de Enseñanza, el católico de la Hoac y el padre Manjón con vocación de servicio a las clases populares y el racionalista, científico y laico de Ferrer i Guardia.
Caivano reivindicó «el gran tesoro de los educadores» como responsables de «mantener el hilo educativo entre maestros y niños» frente al avasallamiento del móvil y la adicción a las redes sociales y una escuela en la que hace falta más escucha y menos bilingüismo. «La escuela requiere lentitud y paciencia», dijo. Y frente a la sociedad on line colocó el manifiesto on life (en la vida) más acorde con los valores de escritura y la lectura y escribir y el papel de las bibliotecas como espacios de reflexión. «Hay que acercar la escuela a la vida», añadió antes de contar la historia del maestro que escribió a Albert Camus: «Hay que encontrar en cada mirada de un niño un sueño».
«Las máquinas son muy importantes —reconoció— pero transforman nuestras estrategias cognitivas y emocionales, empezando por el uso del WhatsApp para el acoso y el insulto». Frente a la nueva circulación de sentimientos y saberes a través de la tecnología reivindicó maestros-mediadores que «movilicen el deseo de saber».
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