Indignaos. ¿Hay motivo… para la esperanza?

Cada uno de septiembre son frecuentes los artículos y post que buscan contagiar el ánimo en busca de un nuevo curso escolar lleno de esperanzas de cambio. Me temo que este espacio no puede hacerlo.

2019-20 abre un curso que -como es habitual- está regido por la incertidumbre. A ella hay que añadir, en este caso, el baile de sillas en cascada que ignoramos si tendrá consecuencias importantes en la tendencia general de la educación.

Así que mejor debemos seguir centrando la atención intramuros de las escuelas. Son estos los únicos espacios que me parecen interesantes en un mediocre escenario educativo.

En términos generales podemos decir que se estabiliza el modelo burocrático de gestión en los centros. Los asuntos de interés educativa se protocolizan: sean la excelencia, la inmersión lingüística, la atención a diversidad, la convivencia, la igualdad de género o la innovación educativa -por nombrar solo algunos-.

Es época de protocolos de actuación.

Manuales de intervención que las administraciones publican con obscenidad y los centros aplican sin mayor posibilidad que hacer alguna consulta concreta sobre temas concretos: concreciones sobre la justa aplicación de la norma -impuesta, en la mayoría de los casos, de forma vertical-.

A punto de terminar la segunda década del siglo veintiuno podemos asegurar que nuestros centros educativos siguen siendo organizaciones profundamente burocratizadas que responden a los cánones impuestos por una administración absolutamente burocrática.

La educación sigue —en la mayoría de los casos- siendo un instrumento de control. Y los discursos en pro del desarrollo de competencias, pensamiento crítico, creativo o emprendedor; solo enmascaran una realidad que busca mantener -e incluso aumentar- la desigualdad, la injusticia y el desinterés por lo común, la sostenibilidad ecológica o la igualdad real entre las personas.

Preguntas generadoras

Para sostener estas afirmaciones no voy a ofrecer datos, pero invito a recabarlos en las redes. Lo que si haré será formular algunas preguntas generadoras:

  • Ball hablaba de «política de barones» cuando describía la distribución del poder en los centros. ¿Crees que esta situación ha cambiado en tu centro cincuenta años después?
  • ¿La organización de tu centro educativo se ha democratizado en las últimas décadas o -por el contrario- se ha burocratizado?
  • ¿Los procedimientos que ha creado tu administración educativa, han mejorado la relación con las familias, los agentes comunitarios, los alumnos y los propios docentes; o los ha dificultado?
  • ¿Cuándo tu administración educativa habla de «convivencia escolar», sigue haciéndolo exclusivamente de problemas de convivencia o también de apertura de los centros a la comunidad? Cuando lo hace de inclusión, atención a la diversidad, etc. ¿también?
  • ¿Sientes que participas mejor en la elección de tu equipo directivo o tienes la sensación de que cada vez más la administración es un actor determinante en la dirección de los centros?
  • ¿Eres más libre a la hora de diseñar tus clases, o consideras que los trámites para realizar cualquier tipo de actividad que se «salga del aula» exige un sinfín de procedimientos burocráticos que te invitan a olvidarte de ellas?
  • ¿Sientes que innovar es sinónimo de reflexionar sobre el «para qué de la educación» o más bien que innovar solo sirve al «marketing educativo» de tu centro?
  • ¿Las reuniones del equipo docente han cambiado en las últimas décadas? ¿Los espacios de reunión, los modelos de organización y gestión de trabajo siguen siendo unidades inflexibles —departamentos, ciclos, etc.—? ¿O vivimos una transición orientada a la creación de espacios de trabajo liderados por los proyectos, la co-creación, la flexibilidad y la creación de redes flexibles e informales centradas en la acción educativa y no en la rendición de cuentas?
  • ¿La evaluación sigue siendo un procedimiento de etiquetado en el que los alumnos, docentes, centros y países son distribuidos en orden a un ranking en el que no sientes que puedas participar especialmente? O bien, ¿consideras que la evaluación se ha convertido en un instrumento que invita a las personas de la organización a reflexionar sobre la bondad de su hacer educativo y mejorarlo?
  • ¿Cuántas veces has sentido, en los últimos años, que tu trabajo exige que reflexiones sobre la realidad y que lo más importante que puedes hacer por tus alumnos es obligarles a que también lo hagan? ¿Que miren la realidad que habitan y desarrollen la competencia necesaria para mejorarla? ¿O más bien has sentido todo lo contrario?
  • ¿Sientes que tu trabajo como educador es tomar partido? Es reflexionar sobre el mundo que habitas —el que habitan tus alumnos— y decidir POR QUÉ entras en clase cada día: para qué quieres educar

La situación no es buena, pero hay motivo para la esperanza.

Hace años tengo la suerte de asistir a decenas de encuentros en los que cientos de docentes nos reunimos con una idea clara: «esto no va bien».

#Estonovabien debería ser un hashtag en Twitter que denunciara todo aquello que sabemos viaja contra la educación que necesitan nuestros alumnos, sus familias, los docentes y la comunidad que les alberga.

#Estonovabien es algo que comparten los docentes innovadores e inconformistas que cada septiembre deben emprender sus programaciones atendiendo a criterios que solo comparten de forma parcial y en organizaciones educativas que no responden —en absoluto- a las necesidades del modelo que les gustaría.

El hastag #Estonovabien es una llamada a una realidad esperanzadora. La del colectivo de insatisfechos docentes que saben que es necesario cambiar de abajo arriba —y de derecha a izquierda- la educación. Los que entienden que ésta es un acto profundamente comprometido con soñar el mundo que queremos construyan nuestros alumnos. Desde luego uno muy distinto al de la competitividad, la emergencia ecológica, la desigualdad, pobreza o violencia cotidiana.

La tribu

El motivo para la esperanza es que ya son muchos aquellos que no se conforman. Hace años llevo llamándoles la tribu de «los buscadores». No pretenden tener la receta que cambie la educación. Pero lo que tienen claro es que lo que viven hoy en día no responde a las necesidades de sus alumnos ni como sueñan el mundo que desean habitar —ellos y las generaciones que les sucederán-.

No pretenden tener recetas, pero las buscan. Porque se levantan día a día a las siete de la mañana para dedicarse a una profesión como esta: ser docente en contra de un mundo herido.

Juan José Vergara juanjovergara.com es autor —entre otros— de «Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en proyectos paso a paso» y «Narrar el aprendizaje. La fuerza del relato en el aprendizaje basado en proyectos». Twitter: @juanjovergara
Juanjo-Vergara

Juanjo Vergara

Formador y docente en ejercicio

Maestro, pedagogogo especializado en gestión y dirección de centros educativos, especialista en innovación educativa y metodologías activas.
Comparte:

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.