La educación, ascensor social

Espacio de Opinión

Hace cuarenta o cincuenta años, la educación era un ascensor social.

Lo tenían claro las familias humildes de los pueblos que llevaban a sus hijos al seminario o al internado femenino de la ciudad. En muchos casos, gracias a una beca. Pero siempre con mucho esfuerzo. Como los obreros que acaban de llegar a las fábricas de las periferias urbanas y querían que sus hijos fuesen a la Universidad. ¡Que les vengan a unos y a otros hablándoles ahora de la ‘pedagogía del esfuerzo’ los señoritos de la zona azul!

Esos hijos llegaron a las aulas universitarias. Acabaron la carrera. Algunos con notas excelentes. Pero no encuentran trabajo. O al menos uno mínimamente concordante con alguno de los títulos obtenidos. El que puede lo busca en el extranjero. No les sucede lo mismo a sus compañeros de apellidos ilustres. Aprobaron justito. Pero antes de acabar ya salieron a estudiar idiomas. Y una vez titulados siempre tienen un padrino que los acoge.

¿Dónde está la ‘igualdad de oportunidades’?

En el papel, no en la realidad. Porque la verdad es que es solo ‘igualdad parcial’. Para todos están abiertas las puertas de la enseñanza superior, pero algunos vienen con las notas hinchadas por el colegio privado donde estudiaron el bachillerato. Para todos existen unos mismos precios públicos, pero algunos se quedan sin entrar por no poder pagar la matrícula y los gastos que conlleva estudiar fuera de casa. ¿Se han preguntado cuántos hijos de familias inmigrantes han llegado a la Universidad?

Sin embargo, la educación sigue siendo un ascensor social.

Es cierto que los que parten de mejor origen familiar tendrán más posibilidades. Pero también es cierto que cuanto más abajo se está en la escala social, más importa la educación. No se olvide que la tasa de empleo aumenta con el nivel educativo. Podrá ser un empleo de calidad o no, pero es seguro que si no tienes formación ni contactos estás condenado al paro o a un trabajo malo.

Por eso no es justo hablar de ‘sobreeducación’.

La formación no se encuentra sobredimensionada, como dicen algunos poderosos. ¿Quieren reservar la superior para los ricos y algún pobre muy listo? Además, ¿sólo hay que formar para lo que puede absorber el mercado? ¿No es bueno disponer de una población preparada para afrontar las oportunidades? ¿Miramos al presente o al futuro?

 

Jesus_Jimenez_Sanchez

Jesús Jiménez Sánchez

 

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