La LOMCE, nada que rescatar / La LOMCE, segregación del alumnado

Silvia Rodríguez Court. Profesora de Alemán. Miembro del Secretariado STEC

Silvia Rodríguez Court. Profesora de Alemán. Miembro del Secretariado STEC

Se aproximan las elecciones generales y, tras su celebración, la posibilidad de derogar la LOMCE.

De nuevo, inestabilidad de las leyes educativas. Estas no permanecen. Sujetas al vaivén de los distintos cambios políticos. Sin embargo, no queda otra alternativa. La derogación no es un capricho ni una respuesta resentida frente a la política impositiva del Gobierno del PP. Es una solución inaplazable para evitar al menos tres objetivos que persigue esta Ley: la privatización de la Educación, el desprecio a la labor docente y la segregación del alumnado.

La LOMCE, nada que rescatar

Una primera consecuencia que conlleva la aplicación de la LOMCE

La LOMCE considera que las ofertas de plazas para los distintos niveles educativos no es una competencia de las Administraciones educativas. El Gobierno estatal se compromete a regular las distintas enseñanzas, pero no a la prestación de su servicio. Convengamos que no es lo mismo contraer un compromiso de ordenar las distintas etapas educativas en negro sobre blanco, que responsabilizarse de su financiación y ejecución. Es más, el Gobierno estatal del PP impone a todos los territorios del Estado español y, por tanto, a toda la ciudadanía todos los contenidos y modos operandi en una Ley para el conjunto del ámbito educativo. Determina “un obligado cumplimiento” de la LOMCE a todas las comunidades autónomas, sin asumir el Gobierno estatal responsabilidades en su puesta en práctica.

En el propio preámbulo de la LOMCE y a lo largo del texto no se menciona la palabra “pública/o”. Y no es casual. Se define un sistema educativo bajo los principios de calidad, inclusivo, integrador y exigente. A pesar de que algunos de estos calificativos no guardan coherencia con los objetivos de la LOMCE, nos interesa destacar la ausencia de cualquier referencia al servicio de carácter público. Se regulan plazas en abstracto, sin el calificativo de públicas. Igualmente sucede con los centros educativos, ofertas educativas, etc. En la propia definición literal que hace la LOMCE del sistema educativo español, lo deja bien claro. Equipara a las Administraciones educativas con los agentes privados para el desarrollo de las funciones de regulación, de financiación o de la prestación de servicios de la educación en España.

Algunos artículos de la LOMCE que evidencian de nuevo el abandono del carácter público de la Educación

Cualquier centro privado que acredite alumnado suficiente en una o distintas etapas educativas, es requisito suficiente para obligar a la Administración educativa a concertarlo. Ni tan siquiera es una posibilidad, sino una obligación para la Consejería de Educación. Además, se consagra el principio para las familias de libertad de elección no sólo del tipo de enseñanza, sino también de centro, sea público o privado. Un mecanismo que permite al centro privado captar más matrículas y obtener el concierto que anteriormente se mencionó.

En ese afán privatizador, la LOMCE le otorga también a cualquier empresario o empresaria la facultad de solicitar a un ayuntamiento de cualquier municipio una licencia para construir un colegio en suelo público. Si el gobierno del ayuntamiento le otorga esa licencia, de nuevo asistiríamos a la obligatoriedad de la Consejería de Educación de concertar dicho centro.

Si a ello se le añade el incremento regulado en la LOMCE en la duración de los conciertos y la ampliación de los mismos a toda la FP Básica y también al Bachillerato, encontraremos una vía más para lograr la privatización del sistema educativo.

Y ya, para redondear la entrega de la educación pública a los agentes privados, no contempla la LOMCE la etapa de los cero a los tres años y considera como Educación básica –sin garantizar las ofertas públicas- tan solo desde la Primaria hasta la ESO.

Finalmente, las etapas de tres a seis años, el Bachillerato, las Escuelas Oficiales de Idiomas, de Artes, Conservatorios de Música, las Enseñanzas Deportivas y los Centros de Adultos están totalmente expuestos a la privatización.


Artículo opinión eldiario.es

La LOMCE, segregación del alumnado

La LOMCE muestra su carácter elitista ya en la propia exposición de motivos de la Ley.

Afirma que “cada alumno tiene su talento. La naturaleza del talento difiere entre ellos. Por eso son necesarias diferentes trayectorias”.El PP justifica así la regulación de los distintos itinerarios. Dicho de otra manera: la persona nace con una inteligencia y es apta por naturaleza para una determinada ocupación. Esta triple afirmación contenida en la exposición de motivos conlleva la eliminación del carácter compensador de las desigualdades de la Educación pública. La sociedad actual no es igualitaria y los distintos estratos sociales no tienen las mismas oportunidades. El alumnado, cuando se incorpora a un centro educativo, no tiene el mismo punto de partida. Está condicionado por los diferentes niveles económicos, sociales y culturales de las familias y del propio alumnado. El sistema educativo debería de equilibrar y compensar estas desigualdades. No cabe un tratamiento igual para todos, ya que la consecuencia es el refuerzo y la continuidad de estas diferencias entre los estudiantes. Consolida la desigualdad inicial, discrimina a los más desfavorecidos y premia a los que la LOMCE denomina como talentos.

Esta Ley educativa elimina la atención a la diversidad y cualquier refuerzo educativo.

La LOMCE desatiende los desajustes del aprendizaje y no implementa herramientas ni medios para subsanar las múltiples dificultades del alumnado. Desde la etapa Infantil hasta el Bachillerato.

La etapa Infantil no se considera obligatoria. Por tanto, la atención a la diversidad y el refuerzo educativo no ocuparán ningún espacio.

En Primaria, se deja en manos de los equipos docentes, del propio profesorado las medidas a tomar. Estamos así en una situación en la que el profesorado queda sin posibilidad ni disponibilidad de carga horaria para prestar dicha atención, ni medios financieros y sin recursos.

En la ESO, la propia LOMCE pone en evidencia su carácter elitista. Regula unos“programas dirigidos a aquellos alumnos que presenten dificultades relevantes del aprendizaje no imputables a falta de estudio o esfuerzo” (sic). No habrá programas dirigidos a los estudiantes que requieran apoyos. Si no estudian o no se esfuerzan, se les abandona. Nada importan las causas que inciden en el proceso del aprendizaje ni la falta de motivación del alumnado. ¿Para qué detectarlas, si no se ponen remedios?

La LOMCE segrega al alumnado con la regulación de los itinerarios.

Incorpora itinerarios atendiendo al rendimiento académico y a la cultura del esfuerzo. El alumnado llegará a las distintas etapas educativas “arrastrando” su biografía. Se penaliza el fracaso escolar sin poner previamente medidas para combatirlo. Un alumno/a con catorce o quince años de edad tendrá que elegir su futuro profesional. Deberá escoger la vía de la Formación Profesional Básica (ni siquiera obtiene el título de la ESO), la vía hacia los ciclos medios y de la FP o la vía que le conduzca a posteriores estudios universitarios.

Precisamente, cuando se muestran más crudamente los desajustes y las carencias en el aprendizaje, se les obliga a esta elección anticipada entre unos itinerarios que tendrán distinto valor formativo. La LOMCE atenta contra el principio de igualdad de oportunidades y de equidad. Adentra al alumnado en un camino sin retorno sin existir vías reales o vasos comunicantes que permitan la recuperación formativa del alumnado.


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