Marcha mundial por el clima

En la cumbre climática que se celebrará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre, los gobiernos decidirán que acuerdo sustituirá al Protocolo de Kioto. Por el momento los compromisos presentados son insuficientes para frenar el camino al colapso ambiental al que el modelo imperante de producción y consumo nos está dirigiendo.

Solamente un cambio de modelo será capaz de frenar el cambio climático y que no estamos dispuestos a tolerar las falsas soluciones que buscan tan solo perpetuar un modelo injusto y profundamente desigual. Que nos dirija a un 2050 con prácticamente 0 emisiones de gases de efecto invernadero, reclamando que la mayor parte de los combustibles fósiles queden bajo el suelo, y luchando por una justicia climática real, que ponga en el foco a aquellos que sin ser responsables del deterioro ambiental sufrirán con mayor fuerzas sus consecuencias.

Que se comprometan a usar energías 100% limpias.

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Recorrido:

Salida: 12.00 horas. Plaza de Colón – Acera de Recoletos – Plaza Zorrilla – Calle Santiago –Llegada: Plaza Mayor.

Las organizaciones que han confirmado su participación son:

  • – GreenPeace
  • – Ecologistas en Acción
  • – Plataforma por un nuevo modelo energético.
  • – Cooperativa EnergÉtica
  • – ASEMA
  • – Attac
  • – Federación de Vecinos Antonio Machado
  • – Equo
  • – Izquierda Unida
  • – STACYL
  • – CNT-AIT Palencia
  • – Avaaz
  • – EntrePueblos

Más información sobre la Marcha por el Clima en Valladolid en breve.

+ info:

Manifiesto por el clima
Cambiar el clima tiene un precio ¿Quién lo pone? ¿Quién lo paga?

Ya no existen dudas de que los impactos del cambio climático afectan cada vez más severamente a todas las personas, regiones, ecosistemas y economías.
Incidirá negativamente en la salud y en la esperanza de vida de muchas poblaciones, en el mantenimiento de diversos sectores productivos y empleos, en la pérdida acelerada de la biodiversidad, y en los costes económicos y sociales que muchos países tendrán que afrontar para paliar sus efectos.

También está cada vez más claro que los que menos responsabilidades tienen en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son los que más sufren las alteraciones climáticas, porque viven en zonas especialmente vulnerables y disponen de menos medios para protegerse o adaptarse a ellas. El cambio climático frena el desarrollo de los pueblos, dificulta la erradicación de la pobreza e incrementa la desigualdad entre países y en el interior de cada país.

Todo el mundo, especialmente en los países industrializados, tenemos responsabilidades en las emisiones de gases de efecto invernadero por nuestro comportamiento en el consumo o en el transporte. Hay además muchas grandes corporaciones que hacen su negocio manteniendo un sistema productivo contaminante, que son el auténtico freno para el cambio a un modelo de producción y consumo limpio y sostenible. Su enorme capacidad de influencia en las políticas de los gobiernos es uno de los principales escollos a los que nos enfrentamos.

El cambio climático está directamente relacionado con el actual modelo nergético basado en los combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas, cuya quema libera a la atmósfera CO2, el principal de los GEI. Por ello, es necesaria y urgente la transición hacia un modelo energético renovable, eficiente, sostenible y justo que garantice el acceso universal a la energía. Las tecnologías existen y son competitivas en términos económicos, considerando además los beneficios que proporcionan en cuanto a disminución de la dependencia externa de combustibles fósiles, ya que los recursos renovables son locales porque la energía proviene del viento, el sol, el agua y las plantas.

Crean además empleo local con mayor número de puestos de trabajo y contribuyen a un aire más limpio, con las ventajas que esto tiene para la salud.

Estos cambios pueden suponer también un mayor control social y ciudadano sobre nuestros recursos y suministros. Todo ello se puede potenciar además fomentando que el ciudadano, como consumidor/a, tenga la información necesaria como para incidir en una mayor demanda de productos y servicios sostenibles a lo largo de toda su cadena de valor y especialmente en la gestión de su demanda energética y en el autoconsumo con energías renovables.

La Conferencia de Cambio Climático de este año en París (COP 21) será trascendental en la medida en que se alcance un acuerdo internacional legalmente vinculante para después de 2020 que garantice una reducción de emisiones suficientemente ambiciosa para evitar los peores impactos ecológicos, económicos y sociales del cambio climático.

Las políticas climáticas en sus distintos niveles territoriales (europeo, nacional, regional o local) deben plantear objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero acordes con las recomendaciones científicas (IPCC) que garanticen que no se
sobrepasan los 2 ºC de temperatura media global, o preferiblemente los 1,5 ºC ya que cuanto más aumenten las temperaturas los impactos serán peores.

España se verá afectada por el incremento de los incendios forestales, extremas sequías y aumento del nivel del mar entre otros impactos. Además, es preciso adoptar ambiciosas medidas de reducción desde ahora mismo para cerrar la brecha de emisiones antes de 2020, especialmente por parte de los países desarrollados, y también establecer mecanismos posteriores al acuerdo de Paris que permitieran aumentar la ambición de los objetivos si se observara un agravamiento de los escenarios climáticos.

Todo ello nos lleva a la necesidad de mantener un gran nivel de ambición en la reducción de emisiones a nivel mundial para 2050 que nos encamine hacia un escenario global de cero emisiones. En todos los sectores (industria, generación de energía, transporte, agricultura, edificación, gestión de residuos) es urgente poner en marcha medidas para reducir las emisiones, y todos los países tienen que hacer esfuerzos para la mitigación, bajo el principio de las responsabilidades  compartidas pero diferenciadas, teniendo en cuenta sus emisiones históricas y su grado de desarrollo e industrialización.

La transición a un nuevo modelo de producción y consumo sostenible no puede hacerse sin proteger a los trabajadores afectados. Una transición justa exige garantizar nuevas oportunidades de empleo de calidad y eso sólo puede hacerse con políticas públicas, planificadas y sostenibles.

Tan importante como mitigar el cambio climático es implementar compromisos de adaptación para favorecer la capacidad de las personas de resistir sus efectos, incluyendo las reparaciones para las más empobrecidas y marginalizadas que no han causado el cambio climático, con programas específicos también en todos los niveles competenciales.

En el contexto internacional, un aspecto clave, especialmente para los países en desarrollo, es el trasvase de financiación suficiente y adicional desde los países industrializados para las políticas de mitigación y para las de adaptación. Las contribuciones comprometidas en el Fondo Verde para el Clima de 100.000 millones de dólares anuales para 2020  deberían ayudar a desarrollar el cambio hacia un modelo bajo en carbono impulsando particularmente las renovables y la eficiencia energética. El 50% de dicho Fondo deberá destinarse a la adaptación, tal y como se acordó en Lima.

Para afrontar los retos climáticos hace falta una acción política clara, urgente y transformadora. Esto sólo se conseguirá con una ciudadanía consciente de los problemas y de las soluciones, una ciudadanía exigente y movilizada.

Alianza por el Clima

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