¡Quitemos la Filosofía de la Educación!, dijo el político

filosofia01Un grupo de profesores de Filosofía de León, preocupados por la eliminación de materias de Filosofía en la Educación Secundaria, hemos enviado una carta al consejero de Educación de Castilla y León, Fernando Rey. El anterior consejero no tuvo la deferencia de respondernos. Esperemos que este sí lo haga. Nuestro esfuerzo, supongo, se ciñe a consolidar definitivamente las materias de Filosofía. Por supuesto, si esta fuera una cuestión gremial, esta carta no tendría sentido en esta página.

El PP ha eliminado en sus autonomías el estudio de los valores éticos y la Historia de la Filosofía como materias obligatorias para todos los alumnos. Sí, el PP. Tal vez escuchando alguna conferencia del omnisciente Pérez Reverte u otro iluminado se ha dejado convencer. Han olvidado a Gustavo Bueno, a Ortega, a Nietzsche, a Freud, a Kant… a tantos. Antes ya lo había hecho el PSOE. No parece que estemos sobrados en la sociedad española de una reflexión ética y filosófica. Por el contrario, hay algo en el panorama social que exige buscar mayores espacios de racionalidad, de debate y polémica para esclarecer valores e investigar seriamente qué significa ser ciudadanos de una nación política como España: el bien común, la justicia, la desigualdad, la ignorancia. El disparate sin igual es colocar al alumno entre la elección entre Valores o Religión. Sería como elegir Matemáticas o Religión. Es lo mismo aunque suene extraño. El estudio de los valores en la vida es fundamental. Miren los textos de los psicólogos actuales, preparados, cómo apelan a los valores. Lean a Platón, a Aristóteles, a Max Scheller, a Savater… los alumnos tienen que elegir entre la clase de Religión y la Ética. Entre la catequesis y la filosofía. ¿Cuándo se ha visto mayor ideologización de la educación? Pero la filosofía no son preceptos que impartir. No es doctrina. Es pensar activamente sobre las doctrinas ambientales. Sin embargo, en la clase de Ética, que se ha cargado literalmente el PP, se ha de proponer una clasificación a todos los alumnos de valores en una sociedad que no sabe qué quiere. Están Fromm, Marcuse y un sinfín de autores. En Ética investigamos qué es lo valioso. Nadie lo sabe sin indagar e incluso con decidida búsqueda no resulta sencillo. Los valores económicos, necesarios, reprimen la alegría y tratan al ciudadano español como mero productor consumidor. ¿Por qué tienen miedo los poderes competentes a filosofar?, ¿piensan que es mejor no investigar sobre la sociedad, la moral, la Ética? Se podría insinuar que los profesores de Ética adoctrinan a sus alumnos. Nada más impropio si ello fuera así. Como sería impropio de un político que no sirviese a los intereses de su nación. Los habrá. No obstante, no parece baladí el estudio de un conjunto de realidades: la cuestión de la persona, la dialéctica de la libertad, la política, España, Europa, la responsabilidad, los problemas socioeconómicos…

¿Es posible admitir que una materia en España de tal calado pueda quedar sin un espacio para el debate? Filosofar no es imponer por la fuerza razones. Es buscar. Pues bien, en una sociedad cada vez más desentendida del bien común se deja de plantear para todos el necesario puesto en la educación de qué es bueno o malo. Incluso plantear si lo bueno o lo malo son universales. Adiós a Spinoza, a los estoicos, a Séneca, a Marx. Para qué. El chico debe saber lengua alemana, chino, inglés, raíces cuadradas… aunque no sepa por qué. Así, Pérez Reverte se retrata: que estudien historia, mates, idiomas, como si en su desiderata delirante no fuere implícita ya una concepción axiológica. Que no se imparta valores ni educación emocional aunque sea para triturarlos. Sólo los suyos, esos, sí. En efecto, a pesar de estar a buen recaudo, yo no soy funcionario de carrera, profesor de Filosofía, para colaborar de modo cómplice en hacer más catetos e indoctos.

No hace mucho un compañero profesor de Filosofía del IES Padre Isla, Emilio Geijo, advertía en estas páginas, tras un dedicado estudio, las horas y el tiempo otorgado a unas materias frente a otras. Es verdad que, por nuestra parte, lo más cómodo sería «pasar de todo» pero cuando se pasa de todo, luego todo lo peor nos pasa.

Sin la Historia de la Filosofía, esto es, sin el estudio de las ideologías, entre otros temas, sin su clasificación, sin crítica de ideas se recaerá constantemente en falacias. Y hoy nos inundan los medios con ellas por todas partes. Esto no supone que con la Filosofía nos convirtamos todos en sabios. Eso es otro error. No parece que por muchas horas que se impartan de lengua y mates salgan muchos Barojas, Cervantes, Pascales o Pitágoras. Pero sí tendrán nuestros alumnos más herramientas con las que no incurrir en los engaños del mundo. Con Schopenhauer y Freud la vida ya no es la misma. Con Platón y Skinner aumentamos la comprensión. La vida sin meditar no merece ser vivida. (Por supuesto, convenimos contigo Sócrates). Ante la supresión de los toros, de la misa televisada, de la minería o de la estiba, el sector amenazado lanza su contraofensiva, con razón o sin ella. Si se suprime la Filosofía, como de momento ha hecho el gabinete de un tal Wert con la Historia de la Filosofía y de Ética, ¿se movilizarán los padres y madres? España está en estado de preocupante barbarie. Sin la historia de la Filosofía será peor. La lucha contra la vulgaridad, contra la debilidad moral y social deben ser nuestro baluarte. Sepan que la Filosofía, no sólo la que se imparte en clase, de sus retoños es la que hará que sus hijos se orienten en la vida o se pierdan. Ahora bien, ¿qué se puede hacer en una nación en la que se lee poco, se idolatra a futbolistas, actores, cantantes y lo poco que se lee son novelas? Respondamos: mucho, todavía.


Miguel Ángel Castro Merino Autor de ‘¿Quién es filósofo? Todos somos filósofos’ y Profesor de Filosofía del Instituto Padre Isla de León

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