Educar con la tribu o a destajo / Otro sopapo / Un diplodocus conectado a internet sigue siendo un diplodocus

Un debate falso sobre el profesorado. Educar es una tarea colectiva, no un acto solitario e individual del profesor.

Educar con la tribu o a destajo

Los últimos días se ha abierto un debate sobre la competencia del profesorado a partir de dos ideas:  si hay que excluir a los malos docentes y  si el sueldo de los profesores debe estar ligado al rendimiento. Parto del principio de que todo alumno tiene derecho a un buen profesor, pero este no es el camino. Estas ideas han sido formuladas por el filósofo José Antonio Marina y el ministro de Educación, Íñigo Mendez de Vigo.

Marina, que se presenta como pedagogo, es un antiguo profesor de filosofía de un instituto de un pueblo de la sierra de Madrid, que desde hace años se gana la vida como divulgador. Ahora ha aceptado el encargo del peor Ministerio de Educación de la historia de este país para elaborar un “Libro Blanco del Docente”. Estoy seguro que no se le escapa la doble intencionalidad del sucesor de Wert: evitar negociar con los sindicatos de profesores un Estatuto de la Función Docente, vieja asignatura pendiente; y utilizar las conclusiones electoralmente para el PP.

El filósofo José Antonio Marina ha sido escogido por el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, para elaborar una guía para el profesorado. / Efe

Yo no soy nada corporativo, pero algunas de las conclusiones que se han avanzado me parecen disparatadas. Por ejemplo, decir que “los profesores deben fomentar que se excluya a los malos docentes”. Solo quien lleva mucho tiempo alejado de la realidad de las aulas puede ignorar que quienes pueden y deben velar por la calidad,son los equipos directivos y la inspección. No corresponde al profesorado juzgar y delatar a sus compañeros. La propuesta no es inocua. Trata de generalizar ante la opinión pública un clima de sospecha sobre la competencia del profesorado público que ha superado duras oposiciones y ha sido evaluado en sus prácticas.

La propuesta de pagar parte del salario del docente en función de su rendimiento pretende convertir la escuela en una empresa y en un negocio. Si se analiza, se pueden realizar las siguientes objeciones pedagógicas y de justicia social. Por un lado, es absurdo aplicar un criterio de ‘productividad’ en la educación ¿Qué se evaluaría? ¿Cómo se mide con notas numéricas el crecimiento integral del alumnado como persona y como ciudadano? Por otro lado, provocaría una competencia entre el profesorado y los centros, en vez de la necesaria cooperación entre ellos y la socialización de las buenas prácticas. Por último ¿quién evalúa? Si las pruebas son externas entraríamos en una dinámica de preparación de éstas (PISA, CDI, reválidas…) que rompería la esencia de la evaluación formativa; si son las direcciones de los centros, aumentaría el riesgo de clientelismo y de funcionamiento antidemocrático.

También supondría una carrera injusta entre centros y entre profesores y grupos de alumnos, porque la realidad educativa es muy plural y llena de desigualdades. Estoy pensando en centros que conozco de cerca como los del barrio de Vallecas (Madrid), que tienen la consideración de “centros de difícil desempeño para la función docente”. Quizás les viniera bien al ministro y a Marina darse una vuelta por ellos para que no hagan propuestas tan superficiales como alejadas de la realidad.

La evaluación es necesaria y es preciso abrir un debate sobre ella. La evaluación tiene que ser sobre todo el sistema y, por supuesto, no debería estar vinculada al salario del profesorado. Porque es ineficaz para mejorar. Méndez de Vigo y Marina no saben nada de las innovaciones y proyectos que se vienen haciendo en muchos centros públicos por el compromiso del profesorado que tiene muy claro que, a pesar de todos los recortes, no se puede enseñar un poco menos o un poco mal. Somos nosotros los que hacemos escuela de calidad y no la LOMCE ¿O por qué se creen que el 86% de la ciudadanía aprueban y reconocen al profesorado de la pública , mientras suspenden severamente al Ministerio?

El ataque al profesorado no es nuevo. Ya lo hicieron Wert y Esperanza Aguirre. O más recientemente Ciudadanos, cuando habló de “burocracia estalinista” para atacar a la universidad y a su profesorado. Responsabilizar a los docentes de la situación de la educación en España es muy cínico. Se olvidan de unos recortes de 7.764 millones de euros en cuatro años, del despido de 32.000 profesores  y del endurecimiento de las condiciones de trabajo de los docentes: trabajamos más horas, con más alumnos por clase y con el salario congelado hace años. No recuerdan que se ha liquidado la formación del profesorado en comunidades como Madrid. Esto es lo que habría que abordar y proponer soluciones en el ‘Libro Blanco del Docente’ si quiere tener alguna utilidad. ¿Dirá algo Marina sobre revertir los recortes y derogar la LOMCE?

Educar es una tarea colectiva, no un acto solitario e individual del profesor. Qué poco coherentes son estas propuestas con aquel proverbio africano -tan profusamente repetido por el filósofo- de que “para educar hace falta toda una tribu”. ¿Ahora se trata de poner a cada profesor ante sus alumnos a competir y a llevarse un euro más o menos en una especie de trabajo a destajo? Además, es olvidarse de las finalidades de la educación que tan claro formula otro profesor de filosofía:La educación tiene como finalidad básica el desarrollo humano, moral, e intelectual de las personas. Ello se materializa en los siguientes principios: la universalidad o derecho de toda la ciudadanía a la educación; la humanidad o pleno desarrollo de la personalidad de todo ser humano; la civilidad al basarse la educación en los derechos y libertades fundamentales; la autonomía, para que todas las personas puedan aprender por sí mismas“, Felipe Aguado.

Las propuestas comentadas son puro neoliberalismo que consideran la escuela como una empresa y buscan avanzar hacia un proceso de privatización aún mayor. Al final va a resultar que el diplodocus era Marina. Como estoy seguro que no trabaja altruistamente, creo que es una obligación del Ministerio que explique a la opinión pública cuánto nos va a costar a la ciudadanía este encargo.

Agustin_MorenoArtículo Agustín Moreno

Otro sopapo, José Antonio Marina y los profesores

«Un niño marginado por la sociedad… vapuleado por una televisión que palmea el orgullo por la incultura, sufriendo la tristeza infinita de sus padres abandonados en la derrota… incluso con esos «profesores buenos» que usted demanda, está en el otro lado… nosotros lo vemos… Pareciera que usted ha querido pasar a formar parte de ese coro de francotiradores que siempre apuntan en la misma dirección, nunca en la global, esa no interesa»

El filósofo (y pedagogo, no se puede olvidar) José Antonio Marina, antes admirado, afirma, fíjense en el vocabulario empleado, que hay que aislar a los «profesores solitarios». Declara que «los profesores buenos no deben cobrar lo mismo que los malos«. Propone, con toda solemnidad, y sin que le tiemble la voz, que el sueldo de los profesores dependa de los resultados que obtengan. Y, una vez cogida la carrerilla, pide que sean los propios docentes quienes «fomenten la exclusión de los malos profesores, porque desde fuera es muy difícil de detectar», que los funcionarios sepan que «si lo estás haciendo mal, no se te renueva tu condición de funcionario»… ¿si lo están haciendo mal?

Ha empleado usted la misma estrategia perversa que desde hace ya años ha utilizado el sistema de Poder: inocular en la conciencia de la población ese maldito complejo de culpa para así ocultar los problemas reales, la estafa real, hemos sido malos, inútiles, debemos pagar por ello..

En la introducción a su interesante libro, ‘La lucha por la dignidad’, el ilustre Marina escribe «En Sierra Leona, los guerrilleros cortan la mano derecha de los habitantes de una aldea antes de retirarse. Una niña, que está muy contenta porque ha aprendido a escribir, pide que le corten la izquierda para poder seguir haciéndolo. En respuesta, un guerrillero la amputa las dos».

No, no estamos en Sierra Leona, señor Marina, pero ¿de verdad cree que el principal problema de la Educación son los profesores? ¿Cree realmente que esa fiscalización que usted pretende mejoraría lo que queda del sistema de Educación Pública, aquí, en la patria de Belén Esteban?

¿Conoce usted las vejaciones, los atropellos que los últimos tiempos se han cometido con los profesores en este lo que se llame?

¿Acaso no riman sus propuestas con los disparates medievales que llegan desde la empresa privada, desde el neoliberalismo que prende este capitalismo salvaje?

¿No se dan la mano sus reflexiones y consejos con el acoso y derribo que la Función Pública está sufriendo en esta cosa?

Cuando habla usted de que los funcionarios «sepan que no son cargos vitalicios», ¿no le vienen a la memoria otros cargos y sueldos vitalicios que deberían ser sometidos a debate?

Cuando suelta usted, con ese irritante desprecio, eso de «profesores buenos» y «profesores malos», ¿olvida usted nuestras condiciones del día a día, el aumento de horas, de ratio, la bajada de sueldo, sí de sueldo, el bombardeo incesante de burocracia inútil, la humillación soterrada, y no soterrada, que la sociedad nos regala?

No, usted conoce bien esa situación, o, al menos, la conocía. Sin embargo, ahora quiere aparentar que la ignora. Quizá, porque se le han encendido los ojos del estrellato cuando le han propuesto, desde esas instancias que maltratan la Educación, uno de esos informes que parecen provenir de una agencia calificadora, del tipo Standard & Poor´s, de esas que beben de la perversión del Lenguaje, ya sabe, de las que se excitan cuando oyen expresiones del tipo «optimización de recursos».

No estamos en Sierra Leona, por supuesto que no, pero, ¿sabe usted que muchos alumnos nuestros llegan a los institutos con ropa vieja, sin materiales (eso sí, tenemos unas pizarras digitales de cojones), y sin bocadillos, y que muchos de ellos vienen sin haber desayunado.

Por si no lo sabe, yo se lo digo: muchos de mis alumnos tienen padres en paro, desahuciados, y han vuelto a vivir en la casa de los abuelos, se las apañan como pueden y, en ocasiones, comen todos los días. Pero no, no estamos en Sierra Leona, y aquí lo que tenemos que hacer es revisar lo que hacen los profesores, y pagarles según la peoná.

¿De verdad cree usted que los profesores somos unos dinosaurios que no nos (qué palabra más pesada)»reciclamos»?

Usted, en la clausura de un Congreso sobre Educación y Nuevas Tecnologías, en Madrid (yo estaba allí) cerró las jornadas con la siguiente frase: «Un burro conectado a Internet no deja de ser un burro».

Yo en estos tiempos que nos están matando le apostillaría:

Un niño marginado por la sociedad, viviendo en las orillas de la exclusión, vapuleado por una televisión que palmea el orgullo por la incultura, sufriendo la tristeza infinita de sus padres abandonados en la derrota… incluso con esos «profesores buenos» que usted demanda, está en el otro lado.

Y nosotros lo vemos. No sé si usted, y la sociedad en general, lo ven también.

No sé qué le ha pasado. Quizá, como decía alguien en un reciente congreso, su fama de ensayista se haya eclipsado y ahora busque la gloria por el camino fácil, tal vez se haya pasado al otro bando, probablemente allí viva más cómodo.

Sin embargo, puede que usted lleve razón: vamos a evaluar a todo el mundo.

Los pedagogos cobrarán según sus resultados.

Los filósofos también.

Los médicos según los pacientes sanados.

Los barrenderos según los metros cuadrados barridos.

Los padres según los valores y responsabilidad, y disciplina, y alegría, con que sus hijos llegan a la escuela.

Los arquitectos, jo los arquitectos, según la belleza y coste de sus edificios.

Los inspectores de Hacienda, también según sus resultados sobre el fin del fraude fiscal.

Los Medios de Comunicación, según su grado de responsabilidad sobre la veracidad, la no manipulación, y su labor de concienciación social en lo refererido a la Educación y a la Cultura en general.

La Banca, según los datos de Acción Social y de falta de oscurantismo en sus prácticas. Y también según sus resultados en la creación de riqueza y bienestar social.

Los empresarios según su compromiso con los trabajadores y la justicia de sus salarios.

Y los políticos, según el grado de cumplimiento de sus promesas y la honradez demostrada… mejor lo dejamos.

Señor Marina, por supuesto que hay profesores mejores que otros (como hay cajeros mejores que otros, médicos mejores que otros, funcionarios de Hacienda mejores que otros…). Por supuesto que todos debemos intentar mejorar en nuestro quehacer diario, pero sus palabras, la directez de su sintaxis connotan una agresividad inadmisible.

Pareciera que usted ha querido pasar a formar parte de ese coro de francotiradores que siempre apuntan en la misma dirección, nunca en la global, esa no interesa.

Que le vaya bien en su nuevo planeta, señor Marina.

Un diplodocus conectado a internet sigue siendo un diplodocus

No es una crítica al ínclito Marina ni a su nuevo libro titulado “Despertad al diplodocus” (no pongo enlace de compra porque aquí no vendemos nada). Se trata de una reflexión que va más allá de diplodocus que, por suerte se extinguieron hace tiempo y que ahora sólo renacen como protagonistas de películas de franquicia, de creencias erróneas y, cómo no, de múltiples lecturas de cientos de personas -incluyendo el rango de personajes- que ven muchas posibilidades en un retorno a modelos educativos basados en criterios que poco tienen que ver con la realidad actual ni el contexto en el que, por suerte o desgracia, nos movemos.

Implantar modelos de terceros países con configuraciones diferentes va a ser un error de diseño. Considerar que el éxito de un sistema educativo deba basarse en las mismas pruebas o ítems que dirigen la gestión de una multinacional, tampoco es demasiado coherente con lo que se pretende. Decidir que los docentes somos tristes piezas de un engranaje, prescindibles por ser fáciles encontrar sustituto en las tiendas de todo a cien, tampoco es algo que plantee demasiadas ventajas para una apuesta en algo tan azaroso y difícil de controlar como es la Educación.

Últimamente parece que estamos en una película de Re-animator. Ganas de revivir lo muerto para darle una segunda vida sin tener en cuenta las consecuencias de lo anterior. Querer revertir una extinción beneficiosa para el ser humano (que nadie se olvide que un diplodocus que viviera en sus barrios generaría algunos “problemillas”) para reconvertirla en una oportunidad es algo demasiado demagógico y difícil de tragar. Por mucho que le des un iPad de última generación al diplodocus reanimado no creo que el conjunto de gruñidos, adaptados y maquetados para convertirlos en un podcast, sean poco menos que inteligibles para la gran mayoría.

Me da la sensación que cuando se plantean juegos de retorno al pasado, basándose en la premisa de que cualquier tiempo pasado fue mejor, se olvidan de las polillas que campan libremente por esos armarios. No es sólo apolillamiento son, en ocasiones, olores demasiado rancios para ser olidos en ambientes plagados del desodorante (con mejor o peor olor) de turno. A veces, pedir peras al olmo constituye algo muy difícil de conseguir y, por mucha investigación que haya sobre el tema, tristemente uno que planta olmos difícilmente va a tener la fruta garantizada unos meses del año. Eso sí, por intentarlo… uno menos en el manicomio por tenerlo viviendo en su irrealidad.

Yo, sinceramente, quiero dejar al diplodocus muerto, los experimentos de reanimación en un segundo plano (ganas de hacer el boca a boca a un pedazo animal extinto no me pone demasiado) y, como no podía ser menos, aprovechar internet para conseguir encontrar una salida a la tan postulada vuelta al pasado o a los saltos sin red hacia paraísos dignos de Munch.

 Artículo Jordi Martí
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