El Pacto por la Educación

RAFAEL SARAVIA 16/12/2015

En unos días cada uno de nosotros hemos de decidir si es el momento de generar un verdadero cambio de rumbo o quedarnos en la eterna transición que nos viene definiendo como lugar tibio en el mundo.

Es una decisión más profunda de lo que creemos. No son unas elecciones cualquiera. Por primera vez en medio siglo España cuenta con unos actores políticos diferentes y con propuestas diferenciadas. La educación, la base de la construcción del pensamiento y por tanto de lo social, está en verdadero jaque.

De las principales formaciones políticas, podemos destacar un dato curioso. El espacio que dedican en sus programas a la cultura: PSOE: 8 páginas.; PP: 5 páginas.; C’s: 11 páginas.; Podemos: 44 páginas. Hay estadísticas para todos los gustos, pero las relacionadas con instituciones que trabajan en favor de la igualdad y el desarrollo social sostenible lo tienen claro. Una encuesta hecha a 500 Ong concluye que el mejor programa electoral es el de la formación Podemos. En materia de educación, el mejor programa está sin duda en UP y uno de los peores, en Ciudadanos.

Es difícil empeorar la ley actual de Educación, donde materias fundamentales como la Filosofía van perdiendo espacio. Me acuerdo de ciertos rangos de utopía, a la manera del positivismo de Comte, cuando decía que la sociología mejoraría y daría cobertura intelectual a todos los avances científicos en pro de una sociedad más justa y mejor organizada. Ya de aquella supo formular en su constructo filosófico una máxima: La teología y la metafísica eran sistemas de conocimiento inadecuados.

tizas y borradorHoy en día la clase de Religión aumenta enteros en el rango curricular en detrimento de otras formas de pensamiento. Y pese a que Comte asumía que el empirismo y las grandes ciencias –matemáticas, química, física, etc.- debían ser la base de una educación amplia e intelectual, también decía que la formación de todos los ciudadanos en estas disciplinas conformaría una nueva sociedad.

Este positivismo se ve damnificado y menospreciado, tergiversando argumentos, por un partido naranja que aboga por privatizar la función pública de los educadores de un país. Meterse con los funcionarios de la educación es vender ésta a las grandes empresas que financiarán las disciplinas y la manera de pensar que más convengan a sus intereses, no al fin último que es la formación de un ser que aporte más y mejor –y de manera crítica e independiente- al desarrollo social de una comunidad.

La función pública de la educación es fundamental. Para formarnos como individuos libres pero a la vez, como decía Comte, desde esa individualidad poder conformar lo mejor para una sociedad. Hay partidos como Podemos o UP que reivindican este papel fundamental del estado: otorgar a la educación un papel primordial en las prioridades del estado. Si esto se hace desde un garante funcionarial, la educación será más plural y libre, más positivista en cuanto a la mejora de los valores medioambientales, sociales y económicos. Si no es así… nuestros valores estarán en manos del que más venda.


Fuente: Diario de León

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