¿Es el colegio suficiente?

Educar a los más pequeños en el arte de la pregunta y el pensamiento crítico.

  • 15 N: Día Mundial de la Filosofía.
  • 20N: Día Universal del Niño.

En uno de nuestros talleres de Filosofía para Niños queríamos hablar de la mentira. La mentira ha sido un tema crucial en toda la Historia de la Filosofía por ir a espaldas de la gran cuestión de la verdad y el bien. Así que, por esta razón, les pedimos que nos dibujaran qué es la mentira. Ana (10 años), una de nuestras alumnas, nos hizo un dibujo en el que salía su madre muy grande, encorvada hacia ella, con posición autoritaria haciéndole el gesto de negación con el dedo. Ella se pintó a sí misma, mucho más pequeña y casi agachada, cómo aguantando la regañina. Pensar en la mentira como algo institucionalizado y cuyos límites son marcados por los que ejercen el poder es aproximación muy provechosa y muy compleja para cualquiera. LLegar a estas conclusiones con los niños no es más difícil (incluso es más fácil) que con los adultos.

Hay pocas casualidades más bonitas para los que nos dedicamos a la enseñanza que ver la proximidad en el calendario de dos fechas como la del Día Mundial de la Filosofía (15 de noviembre) y el Día Universal del Niño (20 de noviembre) y por este motivo queríamos escribir sobre la importancia (¡y la obligación!) de educar a los más pequeños en el arte de la pregunta y el pensamiento crítico, y de no dar la espalda a la siempre gran olvidada, la Filosofía.

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Aunque es ahora cuando parece que es más alta la cresta de la ola, lo cierto es que hay proyectos pioneros en este sentido desde hace varias décadas. Uno de ellos es P4C (Philosophy for Children). Sus estudios con alumnos menores de 12 años a los que enseñan a filosofar (que no tanto historia de la filosofía ni mucho menos) muestran mejoras en la comprensión lectora (¡incluso con una hora la semana!), en la capacidad para expresar sus opiniones y en el entendimiento y manejo de sus emociones.

¿En qué se diferencia enseñar filosofía a un adulto y a un niño?

Lo primero y más fundamental es en los medios para hacerlo. Un adulto exige la mayor parte de las veces una demostración para tomar algo como cierto pero un niño necesita experimentarlo. Por ejemplo, Nietzsche ya mostró cómo el lenguaje más que ser una estructura rígida y neutra, es un reflejo de nuestra cultura y que si esta se caracteriza por el miedo al cuerpo, a lo sensible, a la carne, el lenguaje lo reflejará. En otras palabras, nuestra cultura ha ido puliendo el lenguaje con sus características y este, a su vez, nos limita.

¿Cómo explicarle esto a un niño de 8 años? En nuestros talleres les pedimos que se  comunicasen a través de otros lenguajes que no fueran el normal, por ejemplo, les hicimos entrar a la sala bailando para expresar cómo se iban sintiendo en cada momento. Nietzsche dio mucha importancia a la poesía y a la danza, así que durante una hora los alumnos solo se podían comunicar entre ellos con dibujos, cantando o bailando. La prisión del lenguaje se hizo más débil (como quería Nietzsche).

Por todo esto, queremos dejarte aquí algunos trucos para estimular intelectualmente a tu hijo:

  • Hay que escoger una idea que queremos trabajar, por ejemplo el poder paralizante del lenguaje gregario en Nietzsche, lo traducimos a una idea que los niños puedan entender y trabajar: la riqueza de expresar mediante el baile, la música, la poesía y hacemos varias dinámicas alrededor de esa idea, así es como a través de juegos el niño va descubriendo y experimentando esa idea.
  • Deja simplemente que lo experimente. ¿Quieres hablarle de la naturaleza de las cosas? Pregúntale qué características son las que definen a un croissant (cuál es su esencia). Deja que el vea los problemas que le planteas, no esperes respuesta.
  • Si quieres una respuesta por su parte, como dijo Jordi Nomen, no esperes un discurso articulado y argumentado de forma precisa. Usa otros canales de diálogo. En vez de preguntarle qué es algo, pídele que lo dibuje. Hablad de temas generales (la discriminación de género) desde ejemplos concretos de su colegio y ve guiando al niño a través de preguntas o poniéndole ejemplos así si no lo entiende podrá verlo aplicado en su día a día.
  • Estimula su curiosidad con más preguntas en vez de negando la realidad de sus opiniones. Todos sabemos que no hay duendes pero lo interesante es que llevemos sus opiniones a las últimas consecuencias. Vale si hay duendes ¿dónde viven y por qué se esconden? ¿Hay fotos de ellos? ¿Qué te hace pensar que sí que los hay? etc… Sólo así podemos pasar de una educación dogmática a una crítica, creativa y libre.
  • Resume las ideas principales en conclusiones, mejor aún, que las resuma él o ella, esto le hará reflexionar y repensar lo que se ha estado trabajando y conceptualizar en ideas los juegos, talleres o teatros que se haya hecho ese día. Nosotros siempre sacamos tres ideas principales y son alrededor de ellas sobre las que trabajamos.

Lo importante no es que se quede con nombres de personas: filósofos o filósofas importantes, lo fundamental es que aprenda a crear por sí mismo y enseñarle a establecer dudas cómo principios fundamentales para crear criterios propios y críticos.

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Myriam Rodríguez y Javier Correa

Fundadores del Colectivo Mentes Inquietas

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