Se nos fue José Antonio, un gran maestro y una gran persona.

Casi todos lo conocíamos por su segundo apellido “Alegre” y no es casualidad.

Un paramés que de pequeño, en un internado de la Iglesia en Francia, aprendió, como él nos contaba, a vencer la timidez y descubrió lo que quería y lo que no.

Por eso nunca presumió de ser el número 1 de su promoción en la Escuela de Magisterio Y, en 1973, con su juventud llegó a Villaverde de los Cestos, un pueblo “Del Bierzo” en el que aprendió a ser un berciano del páramo o un paramés berciano.

Allí puso en práctica sus ideas sociales y educativas “revolucionarias”. Eliminó la educación separada por sexos e instauró la educación mixta y para ello promovió la construcción de una nueva escuela. Era terco, tenaz y luchador.

Como Maestro Rural hizo de «atropachicos», enseñó a las niñas a jugar al fútbol creando equipos mixtos en la escuela. Más tarde esas niñas serían pioneras del fútbol femenino en el Bierzo Alto.

Promovió actos culturales que aún perduran y se recuerdan: obras de teatro; teatro de sombras; plantación de chopos por el Día del Árbol; elaboración de revistas escolares que se distribuían por el pueblo; excursiones; acampadas de varios días (Peñalba, Los Ancares …); intercambios y convivencias con escuelas cercanas (Matachana, San Miguel de las Dueñas…) anticipándose a lo que después fueron los Colegios Rurales Agrupados (CRAs) y dedicando su tiempo de vacaciones de verano como Coordinador de la Comisión de las Fiestas de Villaverde varios años. Su implicación y saber hacer fueron más allá de su labor profesional, marcando a varias generaciones. Una suerte haber tenido un MAESTRO con mayúsculas.

Sin abandonar “su Bierzo” pasó por el Colegio MSP (Minero Siderúrgica de Ponferrada), donde se impartían las enseñanzas relacionadas con las labores de la empresa, hoy Colegio Público Valentín García Yebra donde la mujer de su vida, Flor, fue posteriormente directora.

Siempre innovador fue cofundador y colaborador de ESTALMAT (programa para la detección y estímulo del talento precoz en Matemáticas) reuniendo a más de 150 profesores de todos los niveles con el objetivo de reflexionar sobre la enseñanza de las matemáticas, intercambiar experiencias de aula y difundir el patrimonio histórico y cultural del Bierzo.

Dirigió a partir de 1987 el Centro de Profesores de Ponferrada. Es el primer director democrático del CEP, elegido en las urnas por los docentes, y allí empezó a fomentar reuniones sindicales del profesorado en contra de la propia administración y abriendo el Centro, además de a la participación y formación del profesorado, a la participación abierta de los padres colaborando con la Federación de Asociaciones de “La Palloza”.

Cuando llegaron las “Cajas Rojas” la Administración educativa le pidió poner en práctica los “Programas Renovados” y ayudar al profesorado a preparar la Reforma del sistema educativo y su práctica docente, en una enseñanza de calidad. Y a ello se dedicó en cuerpo y alma.

El siguiente reto fue el proceso de la negociación de las competencias transferidas del Ministerio a la Junta de Castilla y León. Como representante de STEs luchó junto con su compañero Miguel Grande, por la consideración de la Escuela Rural como subsistema educativo y su potenciación como escuela de calidad.

José Antonio García Alegre

Siempre innovador se adelantó en la lucha por la creación de un centro integrado de Formación Profesional para el Bierzo que contribuyera a la formación reglada con la formación continua que se da en las empresas y en materias tan bercianas como las vitícolas, monitor ocupacional y del sector pizarrero.

Se jubiló como “Maestro” de Secundaria en el IES Gil y Carrasco siendo miembro y asesor del Consejo Escolar de Castilla y León.

En su carrera profesional era innovador, político de vocación, derrochón de energía y corazón. En su vida personal, siempre padre orgulloso de sus nietos y nietas y especialmente de su hijo Álvaro y sus dos hijas, Beatriz y Elena.

Cultivaba múltiples aficiones: pintor, poeta, músico (tocaba la guitarra), cantante (folklore leonés, rondallas), miembro del Coro de Villar de Mazarife… y una menos conocida: la moto

Amigo de sus amigos, tenía un defecto que él “reconocía” cuando discutía con ellos de fútbol: era aficionado al Barcelona.

Nos deja un sindicalista comprometido con la enseñanza pública, apasionado en sus argumentos, siempre pendiente del profesorado y de sus necesidades, buscando las mejoras del sistema educativo y comprometido con su labor sindical a todos los niveles, desde los sillones de la Junta hasta la humilde silla de la sede de STELE en Ponferrada. Perdemos un maestro innovador y un sindicalista entregado.

Hace años con motivo de la jubilación en STEs regalábamos una frase pegada a un detalle, resaltando la labor de las y los docentes. Con esa frase queremos reconocer lo que ha significado José Antonio para todas y todos los que aún estamos aquí:

«La vida se nos da y la merecemos dándola»

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