«Voy a luchar; ya tendré tiempo para rendirme»

Los enclaves buscan alternativas y reclamos para no cerrar las puertas a las escuelas

«No sabemos contra qué ni contra quién estamos chocando, pero no estamos dispuestos a perder el colegio porque el pueblo ya no sería el mismo. Voy a luchar, que para rendirme ya tendré tiempo». Así de clara y tajante se muestra la alcaldesa de la localidad segoviana de Garcillán, Ascensión Arribas, «muy enfadada» porque han detectado pasos hacia el cierre de la unidad educativa a pesar de que Educación, asegura la regidora, no les ha comunicado que no han llegado al mínimo de alumnos.

«No es oficial pero es seguro» es el murmullo que cada vez cobra más fuerza, entre otras cosas porque ya se ha publicado el presupuesto del transporte pra llevar a los alumnos hasta el Centro Rural Agrupado Los Llanos, de Valverde del Majano, añade la alcaldesa, inmersa en la elaboración de un proyecto donde demostrará que su mantenimiento es viable.

«Han venido dos familias nuevas a vivir y nos han contado que ni siquiera les han dado la posibilidad de matricularse aquí, sino que directamente les han derivado a Valverde, y parece que están conformes porque allí tienen servicio de comedor, pero estamos dispuestos a buscar una alternativa porque los niños que hasta ahora estudiaban aquí no se quieren marchar y parece que les están obligando», explicó.

CP-Casasola

Colegio Público Casasola

Ante esta situación, la primera edil de Garcillán ha solicitado un presupuesto de catering y consultará los permisos necesarios para poder prestar este servicio en el centro escolar del pueblo, o planteará reabrir un espacio de la guardería acondicionado para las comidas, con frigorífico y microondas para que los alumnos puedan guardar y calentar sus tuppers.
«Quiero presentar un buen proyecto, porque sé que intentarán convencerme para que se cierre, pero yo iré con las espaldas bien cubiertas», añadió Ascensión Arribas, convencida de que están tratando de impulsar el centro de Valverde, de nueva construcción aunque no esté terminado, en detrimento la unidad de su municipio.

También en la localidad soriana de Deza están dispuestos a no rendirse y por eso ofrecen la gestión del bar social, con el objetivo de que llegue una familia nueva al pueblo y los tres niños que hasta ahora cursaban allí sus estudios, no tengan que desplazarse hasta Gómara.
«Agotaremos los últimos cartuchos sin perder la esperanza porque, aunque es una situación que planea sobre nosotros desde hace años, es la primera vez que la sufrimos», explicó la alcaldesa, Nuria Caballero.

También hasta el final están dispuestos a llegar en Lillo del Bierzo, aunque en su caso son más pesimistas y lo ven «muy complicado», expresó el alcalde de esta pedanía de Fabero, Amadeo Fernández. Y eso a pesar de que son conscientes de que si ‘salvan’ este año, tienen garantizado la continuidad los siguientes cursos, pues en el pueblo hay niños pequeños que pronto empezarán el colegio.

La edudación «es buena» y las instalaciones «están bien preparadas» pero les falta un alumno para sobrevivir y achacan falta de recursos y poca flexibilidad por parte de la Administración. «De las cinco pedanías de Fabero, nos corresponde la que está más alejada en vez de las más cercanas, cosa que no tiene sentido. Además nosotros, como pedanía, no tenemos posibilidad de ofrecer casa o trabajo a una familia», añadió el regidor.

También la alcaldesa de Fabero, Mª Paz Martínez, incidió en el escaso margen para ‘reclutar’ más niños en Lillo y, aunque aseguró que tratarán de hablar con las familias para mantener la actividad en la pedanía, también sostuvo que será difícil porque hay mucha diferencia de edad entre los matriculados –dos son mayores de diez años y otro tiene tres–.

Eso sí, si al final este curso no consiguen que permanezca abierto, intentarán que continúe en cursos futuros. «No vamos a buscar otro uso al edificio porque hay bastantes matrimonios jóvenes y tenemos esperanzas de que se creen grupos más homogéneos otros años».

Mientras, hasta que pasen las vacaciones, tendrán que pasar un verano lleno de incertidumbre.

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