Muere el filósofo Gustavo Bueno, el escolástico puro

  • Sonará como una exageración, pero creo que Gustavo Bueno ha sido el filósofo más potente que ha tenido España desde el final de la Guerra Civil.
  • Padre del materialismo filosófico y figura imprescindible del panorama cultural español, falleció anoche en su casa familiar de Niembro a los 91 años, dos días después de morir su esposa.
  • «Marcó una escuela y es una pérdida enorme», afirma el decano de la Facultad de Filosofía, José Antonio Gómez
  • «Es el filósofo del siglo», dice Tomás García López, secretario de la Fundación que llevaba su nombre

Gustavo Bueno: Santo Domingo de la Calzada 1 septiembre 1924 / Niembro 7 agosto 2016


El domingo 7 de agosto de 2016 murió en Niembro el filósofo español Gustavo Bueno, creador principal del sistema conocido como “materialismo filosófico”.

http://filosofia.org/bol/not/bn071.htm

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  4. Fallece el filósofo Gustavo Bueno a los 91 años
  5. “Para mandar hace falta gente de látigo. Dices eso y te llaman fascista” · Mariano Gasparet
  6. Gustavo Bueno se adelantó a Podemos · Peio H. Riaño
  7. Bueno, el filósofo · Eduardo García Morán
  8. Gustavo Bueno, el filósofo sin tocador · Gerardo Cornejo

Gustavo Bueno

Gustavo Bueno

Artículo de Ignacio Sánchez-Cuenca en infolibre

Sonará como una exageración, pero creo que Gustavo Bueno ha sido el filósofo más potente que ha tenido España desde el final de la Guerra Civil. Fue un hombre de una inteligencia portentosa y de unos conocimientos oceánicos, creador de una obra extremadamente original. Con el paso del tiempo, cuando se vayan olvidando sus intervenciones públicas más estridentes y se sumerjan en el olvido sus libros tardíos sobre temas de actualidad y política, irá quedando claro que su sistema filosófico, lo que llamó “materialismo filosófico”, y más específicamente su teoría del cierre categorial, son contribuciones fundamentales a la historia del pensamiento. Resulta asombroso que fuera capaz de aportar ideas nuevas en áreas tan distintas, metafísica, filosofía de la religión, antropología, filosofía política, lógica, teoría del conocimiento, filosofía de la historia, historia del pensamiento, etc. En cada uno de estos campos, aplicó su esquema filosófico general, ofreciendo análisis sorprendentes y profundos.

Bueno distinguía tres tipos de filósofos por analogía con la música: los intérpretes (el especialista en algún autor o escuela, que comenta las ideas elaboradas por otros), los arreglistas (el generalista que trata de dialogar con escuelas y puntos de vista diversos, buscando una síntesis o elaborando un compendio) y compositores (el creador de una obra nueva y original). Bueno, claramente, era un compositor: se quejaba de que la filosofía académica estuviera protagonizada fundamentalmente por intérpretes y arreglistas.

Entendía la composición al modo clásico y arquitectónico. En una época escéptica con la idea misma de un “sistema filosófico”, en la que parece dominar más bien un ímpetu fragmentario, o incluso aforístico, Bueno se empeñó en construir desde la base (comenzando por sus Ensayos Materialistas) un sistema nuevo, de fuerte inspiración hegeliana y marxista, pero expresado con la terminología y el estilo de la vieja escolástica medieval. Lo hizo al margen de las principales corrientes intelectuales del siglo XX, desde su cátedra en la Universidad de Oviedo, rodeado de fieles y discípulos, que formaron algo parecido a un “círculo”, el de Oviedo, muchos de cuyos miembros reproducían hasta el estilo oral y gestual del maestro, incluyendo su deje garrulo para hablar sobre los temas más abstrusos.

A mi juicio, el desarrollo más fructífero del materialismo filosófico fue la teoría del cierre categorial. Bueno se embarcó en un proyecto muy ambicioso, decimonónico, que preveía la publicación de 15 volúmenes sobre dicha teoría, de los cuales vieron la luz los primeros cinco, que eran solamente preparatorios. Comprenderá el lector, ante tamaña magnitud, que resulte muy difícil resumir en unas pocas líneas el contenido central de la teoría. No obstante, lo intentaré: en esencia, la idea rectora establece que las ciencias realmente existentes se constituyen a través de aparatos categoriales propios, es decir, clases de términos que, al combinarse entre sí, producen términos nuevos que siguen perteneciendo al campo categorial original. Se produce, así, un “cierre” que hace que la química, la lingüística, las matemáticas, la biología, etcétera, se organicen como campos categoriales propios, cerrados sobre sí mismos. Los términos de los campos categoriales se construyen materialmente a través de operaciones realizados por los sujetos que hacen ciencia. (El lector interesado puede encontrar una exposición del propio Bueno en esta conferencia impartida en la Fundación Juan March en 1978).

La aplicación quizá más espectacular de la teoría del cierre categorial fue la que llevó a cabo sobre las ciencias humanas, materializada en seis volúmenes inéditos escritos en 1973 como memoria final de una beca de la Fundación Juan March que Bueno recibió. Consiguió ir más lejos que nadie en el análisis de los problemas filosóficos que se plantean cuando el sujeto operatorio trata de explicar desde premisas científicas lo que hacen otros sujetos operatorios. Para ello, distinguió dos tipos de metodología, la alfa-operatoria y la beta-operatoria. En las ciencias alfa-operatorias, se cancela la naturaleza operatoria del sujeto reduciéndolo a categorías que no son ellas mismas operatorias, como cuando se intenta dar cuenta de la conducta humana a partir de condicionamientos genéticos. En las beta-operatorias, por el contrario, el conocimiento científico se construye a la misma escala de las categorías que utiliza el sujeto estudiado. Así ocurre, por ejemplo, en la teoría de juegos, que, mediante modelos matemáticos, trata de determinar científicamente la conducta de los sujetos apelando a sus planes, deseos y creencias. Esta distinción tan básica le permitió a Bueno analizar muchas de las tensiones que surgen entre las distintas ciencias humanas y los problemas clásicos asociados a la autonomía causal de los seres humanos y su grado de libertad a la hora de actuar.

Como he apuntado antes, Bueno fue mucho más allá de la teoría de la ciencia y filosofó sobre temas y cuestiones muy distintas (los libros más destacables, a mi modo de ver, son, entre otros muchos, Ensayos Materialistas, El animal divino, Etnología y utopía y El mito de la cultura). Su obra testimonia una mente poderosa y original, que despertó la admiración de sus muchos seguidores.

A pesar de sus logros, Bueno, sin embargo, no recibió nunca el reconocimiento institucional que merecía. Ni los poderes públicos ni los medios de comunicación le trataron en vida como el gran pensador de nuestro país. De hecho, tenía innumerables detractores. Su carácter fuerte, iracundo y aun furioso le ganó múltiples enemistades.

También su displicencia hacia todos aquellos que no compartieran sus planteamientos y no reconocieran el materialismo filosófico como un sistema superior a los demás provocó el rechazo de muchos. El hecho de que en su “círculo” hubiera aduladores e imitadores de poca valía intelectual no hizo sino consolidar la impresión de que se trataba de una escuela cerrada y dogmática. Sus intervenciones “mundanas”, en los medios de comunicación o en conferencias públicas, le dieron una imagen, podríamos decir, poco “civilizada”, y sus opiniones políticas siempre se caracterizaron por un desprecio hacia el modelo de democracia liberal, ya fuera, durante mucho tiempo, desde posiciones muy izquierdistas, ya fuera, en tiempos más recientes, desde posiciones casi falangistas.

Todo esto se explica, en buena medida, por las condiciones de producción de su obra. Como tantas otras veces en España, Bueno fue uno de esos heterodoxos que desarrolló un pensamiento propio en un aislamiento intelectual muy acusado. De ahí la fuerte carga esotérica de su filosofía, que requiere familiarizarse con una terminología propia y con ese estilo de tratado medieval que tenían sus trabajos, plagados de interminables distinciones, escolios y clasificaciones antes de llegar a la cuestión titular. Como consecuencia de ese aislamiento, la influencia de Bueno no ha traspasado las fronteras de la filosofía escrita en lengua española. A pesar de que Bueno siempre reclamó la necesidad de una filosofía académica y sistemática, su obra terminó siendo demasiado idiosincrásica, no se “socializó” nunca académicamente a través de la confrontación de tesis e ideas entre iguales. Fue una creación enteramente original, ligada a la figura irrepetible de Bueno, por mucho que intentara institucionalizarla a través de su escuela o círculo. Cabe especular con el desarrollo que habría tenido su pensamiento de haberse producido en un medio académico más favorable: quizá hubiera sido su filosofía menos “salvaje” y menos genial, pero habría podido formar parte del núcleo central de la filosofía contemporánea.

El filósofo Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1 de septiembre de de 1924) falleció la pasada noche en la casa familiar de Niembro, en Llanes, solo dos días después de que lo hiciese su esposa, Carmen Sánchez Revilla. Según sus más cercanos, no pudo resistir el fallecimiento de su mujer. Se celebrará un acto en Santo Domingo de la Calzada.

La capilla ardiente familiar estará abierta desde las 18.00 horas de hoy en su casa de Niembro. Además, quedará abierta otra capilla ardiente pública en el salón de plenos del Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), mañana lunes a las 13.00 horas.

Será en ese mismo salón plenario en el que se producirá la ceremonia de despedida a las 17.00 horas. Posteriormente, el cadáver del filósofo será enterrado en el cementerio de su localidad natal.

Gustavo Bueno dejará una huella muy grande en la Universidad de Oviedo, según señaló el rector, Santiago García Granda. «Desde que se incorporó en 1960 se convirtió en un referente de nuestra institución con todos sus libros, traducidos a diferentes idiomas», manifestó. García Granda destacó «el amor que tenía a sus alumnos»: «Todavía recuerdo las clases que daba en la calle. Deja una escuela importante», agregó.

José Antonio Gómez, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, reseñó la «personalidad maestra» de Gustavo Bueno, y se refirió a él como «una de las figuras académicas más relevantes que ha dado la universidad asturiana». «Marcó una escuela y es una pérdida enorme», afirmó.

Tomás García López, secretario de la Fundación Gustavo Bueno, recibió la noticia con profundo dolor: «Estoy completamente consternado. No puedo ni articular bien las palabras. Se nos ha ido, a mi juicio, un filósofo irrepetible, el filósofo del siglo«. Tras seis décadas de intensa relación personal con Bueno, considera que «representa para nuestro siglo lo que Platón en el siglo IV antes de Cristo, Tomas de Aquino en el XIII o Hegel en el XIX». Pero, a su juicio, «la mala fe de la gente hizo que algunos tuvieran una miopía impresionante y no supieran ver esa enorme grandeza«. «Además de ser una persona con virtudes éticas inconmensurables, su obra tuvo, tiene y tendrá un largo recorrido en diferentes campos, desde la ciencia a la televisión, el deporte o la política, y lo ha hecho con una sistematicidad imposible de encontrar en otros pensadores», recalcó

El periodista Juan Cueto, que fue discípulo del filósofo, expresó su consternación por el fallecimiento. «Lo sentirá la filosofía; no sólo fue un filósofo de primer orden, sino que elevó la filosofía española a un nivel que no tenía antes», señaló a este periódico. «Para mí ha sido una referencia continua y lo siento muchísimo», dijo.

Por su parte, Josefina Martínez, catedrátrica emérita de Lengua Española de la Universidad de Oviedo y viuda del lingüista Emilio Alarcos, evocó con un «pesar muy grande» la figura de Bueno: «Dio mucho a esta región y a la universidad. Su muerte es un mazazo para todos los que trabajamos por el pensamiento». «Era el último baluarte que nos quedaba de aquella universidad que compartió con Alarcos. Es un golpe emocional muy fuerte», apuntó.

El jurista, político y escritor José Manuel Otero Novas mandó un email a Gustavo Bueno la pasada noche transmitiéndole sus condolencias por la muerte de su mujer. «Le escribí: ‘Comprendo que estés triste, pero tienes que darte ánimos, necesitamos tu magisterio y tu amistad’… Y ahora me entero que falleció él». «Es una persona de las que nacen pocas en un siglo. Un ser con una inteligencia inmensa, una cultura avasalladora y un pensamiento profundo», aseguró.

«Ha muerto el pensador más lúcido de España en muchas décadas», opinó el profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo, José Errasti. «Es de destacar su rigor, la relevancia de los auntos que trataba y su valentía a la hora de destrozar todos los mitos que le rodeaban», comentó.

El poeta Manuel Asur calificó a Gustavo Bueno como el «filósofo más importante de la segunda mitad del siglo XX». «Puso a España a la cabeza del pensamiento filosófico y fijó una escuela», dijo, para añadir a continuación: «Su cuerpo murió, pero Gustavo seguirá vivo. Su pensamiento seguirá ahí siempre». Asur califica de «vergonzoso» que la Fundación Princesa de Asturias no le hubiese concedido ningún premio «por el sectarismo político». El también poeta Pablo Ardisana fue alumno de Gustavo Bueno y se limitó a decir: «Él mismo se hizo filosofia».

En este sentido, el catedrático de Psicología Marino Pérez lamenta que «ahora, a partir de su muerte, todos reconozcan y admiren la figura de Bueno, cuando su importancia estaba marginada». «Ha situado a Asturias en el centro de la fiolosofía española. Su escuela se llama Oviedo», señaló.

El filósofo ha sido una figura imprescindible del panorama cultural español. Desde 1970, ha desarollado el sistema filosófico denominado «materialismo filosófico». Su obra se ha construido en constante intercambio con las ciencias y la historia de la filosofía. Gustavo Bueno es autor de numerosos libros y artículos sobre ontología, filosofía de la ciencia, historia de la filosofía, antropología, filosofía de la religión, filosofía política, ateísmo y televisión, entre otros temas. Desde hace años, además de escribir, graba vídeos y audios con análisis de numerosas cuestiones filosóficas. Es padre del también filósofo Gustavo Bueno Sánchez.

Nombrado hijo predilecto de su localidad natal en 1997, se formó en las universidades de La Rioja, Zaragoza y Madrid. Con solo 25 años obtuvo una cátedra en el instituto de enseñanzas medias «Lucía de Medrano», en Salamanca.

Pero fue en el año 1960 cuando se asentó en Asturias, como catedrático de Fundamentos de Fiolosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Oviedo. Desde entonces permaneció ligado al Principado y desde su posición académica constituyó el inmenso corpus teórico del «materialismo filosófico», que niega el espiritualismo, y desde el que analizó diversos ámbitos, desde la ontología a la gnoseología, pasando por cuestiones más populares, como la idea de España o la esencia de la televisión.

Tertuliano polémico, generador de críticas y adhesiones por la complejidad para clasificar su pensamiento, ejerció como profesor en la Universidad de Oviedo hasta 1998. A partir de entonces, continuó trabajando al frente de la Fundación Gustavo Bueno, con sede en Oviedo. En 1995 fue nombrado hijo predilecto de la capital asturiana.

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