Asesinato machista en la ciudad aislada

Lees, vuelves a leer, que una mujer «ha fallecido» al tropezarse con unas manos que la estrangularon, presuntamente las de su marido. Y que «el supuesto autor ha intentado matarse clavándose un cuchillo en el tórax y el abdomen». En realidad la autolesión ni siquiera ha penetrado, no ha sabido acabar con su vida con lo certero que fue segando la de su pareja. Él mismo llamó a la policía. Se ha confesado autor del crimen: estranguló a su mujer. De 55 años. Él tiene 61. Ha sido detenido. Ambos españoles. No había denuncias por malos tratos.

  • Tres, en pocas horas. Son 28 las mujeres asesinadas por sus parejas en lo que va de año. Pueden ser más, a las victimas mortales del machismo no las cuentan con demasiada precisión.
  • Niños, hijos de los verdugos, también han caído víctimas de esta lacra. Y quedan las secuelas de quienes supieron que «papá mató a mamá». Y los daños a toda una sociedad aquejada de permisividad, y de una abrumadora indiferencia
  • El agresor confeso de Ciudad Lineal es «una excelente persona», según una vecina

CiudadMadrid, Ciudad Lineal, calle de Alcalá,  abigarrado barrio que te conduce por un laberinto de Vírgenes al otro lado de la gran arteria, no menos enrevesado, de calles con nombres de intelectuales. En la de Vicente Espinel, en el número 27,  sucedió la tragedia en la noche del sábado. Encuentras el número por los periodistas apostados preguntando a los vecinos. Según manda el manual de los asesinatos machistas, la mayoría no sabe nada, no ha oído una riña, nada podían imaginar, saludan con mucha educación. Aunque hay dos niveles de relación social: están los del  «buenos días, buenas tardes» y los del «buenos días, buenas tardes ¿qué tal?». Aquí es donde puede lograrse una mínima información.

Porque es cierto que la mayoría no sabe nada, ni siquiera se han enterado. En un barrio de calles estrechas y balcones en las fachadas en su mayoría, apenas se conocen unos con otros. La ciudad de vidas aisladas se extiende del centro a los extremos. Quizás podrían aportar algún dato si la vieran en fotografía. Sin imagen, no saben quién era. Signos de alarma en la mujer –china- que gestiona una pequeña tienda de ultramarinos y en la peluquería donde una docena de clientas latinoamericanas comentan el hecho. Con temor y resignación dicen: «Habría bebido, se ponen locos». Nunca hay que aceptar esa excusa.

«Una excelente persona»

El «¿qué tal?» añadido al «Buenos días, buenas tardes» permite saber que él, Jesús, es «una excelente persona», menos mal. Me lo dice una vecina del mismo portal.  Le conoce desde hace muchos años. Vivía con su madre, hasta que la conoció a ella –cuyo nombre no recuerda-, lo que pudo suceder hace 4 o 5 años. Jesús llevó a su madre a una residencia. Pocos datos, ninguno, para entender qué se gestó en aquella casa y tener el fin que tuvo.

«Había un partido y no paraban de gritar por todo el barrio, gol, gol», explica una mujer de la casa de enfrente. Reflexiona que quizás la víctima pudo gritar y confundirse con la euforia del fútbol. A su lado, un hombre, español, da lustre a su coche sin cesar. El ¿qué tal?  al que llegaron no avanza demasiado en el conocimiento. La pareja era normal, ella era normal, él también. Comentamos cómo hemos llegado a vivir tan alejados de quienes tenemos al lado. A él también eso le parece normal.

Otra mujer apareció muerta este domingo por apuñalamiento  en Molina de Segura, Murcia. El presunto autor, un compañero de trabajo, se ha ahorcado. Y a otra en Collado Villalba, Madrid, la han encontrado sin vida, maniatada y con una bolsa de plástico en la cabeza.   Tres, en pocas horas. Son 28 las mujeres asesinadas por sus parejas en lo que va de año, según muestra la contabilidad. Pueden ser más, a las victimas mortales del machismo no las cuentan con demasiada precisión. Niños, hijos de los verdugos, también han caído víctimas de esta lacra. Y quedan las secuelas de quienes supieron que papá mató a mamá. Y permanecen los daños a toda una sociedad aquejada de permisividad, y de una abrumadora indiferencia.

Es cierto que ahora las reacciones son más intensas, cuando se dan.  Pero más localizadas. Quisiera fuera una falsa impresión la que he experimentado comparando otras épocas:  que los asesinatos machistas han entrado en el efecto vacuna, como la corrupción, y ya se asumen poco menos que como inevitables. Y no lo son. La aberración es que existan.

El gobierno del PP restó medios a la lucha contra la violencia machista. Los presupuestos que se dirimen ahora, a punto de lograr el suficiente apoyo parlamentario, mantienen la tónica. El trabajo positivo precisa inversión económica y cambios en la mentalidad.

Las mujeres de la calle Vicente Espinel y aledaños se preocupan, la tarea nos supera. En Alcalá, por la zona de las tiendas de ropa abiertas en domingo, ponen una cierta distancia. La asesinada número 28 de 2017 no tiene nombre, ni foto. Aún. Solo una vecina corre, descompuesta, repitiendo: «Que no haya sido Susana, que no haya sido Susana». Parece no verlo descabellado.  Cualquier mujer es víctima posible. Lo normal.  En los pueblos y en la ciudad aislada, en la ciudad cerrada, ciega, sorda y muda, ajena a los gritos que no son «gol».

RosaMaria_Artal

http://www.eldiario.es/zonacritica/Asesinato-machista-ciudad-aislada_6_648545147.html

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