Educación especulativa

Hace falta una verdadera educación económica, y no únicamente financiera
El Plan de Educación Financiera acordado entre el Gobierno, la CNMV y el Banco de España enseña valores neoliberales en la escuela pero olvida la economía social o el cooperativismo.
La ESS (Economía Social y Solidaria) deberá indefectiblemente contar con las aportaciones de la economía feminista y la economía ecologista,

Mejorar la cultura financiera general debe ser un objetivo prioritario, de manera que los ciudadanos puedan adoptar las mejores decisiones de gasto, ahorro e inversión en su vida cotidiana”.

Así defendía Luis de Guindos en abril de 2017 el Plan de Educación Financiera acordado entre el Gobierno, la CNMV y el Banco de España mediante el cual se pretende mejorar las habilidades y conocimientos del alumnado para desenvolverse con soltura en la esfera financiera. Linde, director del Banco de España, llegó a decir en su momento –insistiendo numerosas veces en que se debía a factores fuera de control del Gobierno– que “los jóvenes pueden empezar a defenderse cuando son jóvenes; hay que estimular el ahorro privado y la formación de fondos de pensiones que ayuden a hacer frente al sistema de pensiones públicas (…)”. Lo que no dijo es que él cobró en 2016 186.800 euros, un 1,54% más que el año anterior.

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Qué duda cabe de que es necesaria la formación en finanzas del alumnado, especialmente dadas las innumerables estafas y robos operados tanto por las clases gobernantes como por las instituciones bancarias privadas. De hecho, lo que hace falta es una verdadera educación económica, y no únicamente financiera. Mucho más, si dicha educación financiera está impartida por las instituciones que provocaron la debacle financiera de hace apenas cinco años. Es decir, por aquellos que intentan infiltrarse en las instituciones públicas para acabar con lo que queda de ellas, como intentaron hace pocos meses J. L. Cebrián y F. González en la Universidad Autónoma de Madrid.

Como se intuye, los contenidos incluidos en estos convenios no cuestionan en ningún momento las bases del sistema económico actual. En efecto, como dice De Guindos, lo que pretenden es educar en el gasto, el ahorro y la inversión. Ni más, ni menos: pretenden que las futuras generaciones den por hecho que lo lógico es invertir lo ahorrado para así generar más riqueza; que la juventud de por hecho que lo normal es comprar una casa y pedir para ello una hipoteca; que la gente joven aprenda que las deudas contraídas con la banca privada son de prioridad absoluta sobre cualquier otra cosa.

La economía impartida en el sistema educativo presenta con apariencia neutral al sistema capitalista como único modelo posible, y a la economía neoliberal como único paradigma económico realista. Cualquier intento de salirse de ahí se convierte en una batalla contra las grandes editoriales.

La Economía Social y Solidaria: también un agente educativo

¿Cómo contribuir desde la educación a la construcción de una sociedad cooperativa que sitúe a las personas y al medio ambiente en el centro y en la que la economía esté al servicio del bienestar humano? ¿Cómo conectar de manera atractiva la democracia con las preocupaciones, deseos y dilemas de las generaciones jóvenes?

Al completar el periodo de educación obligatoria con 16 años, lo más probable es que el alumnado del Estado español no haya escuchado conceptos como “economía social” o “cooperativismo”. El sistema público español de educación obligatoria no incluye contenidos relacionados con la cooperación en general, ni con la economía social en particular, ni siquiera en el área de conocimiento de ciencias sociales. En esta labor tiene mucho que decir la Economía Social y Solidaria (ESS), como propuesta que no únicamente plantea otro modelo económico, sino también otra manera de relacionarse con el territorio y entre nosotras.

En una sociedad con un modelo económico extractivista y productivista en el que para que la economía crezca tiene que decrecer la vida del planeta y sobreexplotarse el territorio; en una sociedad con un modelo social mediatizado en gran medida por el hiperconsumo, el cual va definiendo nuestras personalidades, nuestras formas de vida y ocupando una creciente parte del tiempo de nuestras vidas; en una sociedad con pobreza y desempleo estructurales en la que no se plantea la repartición del trabajo…, plantear la democratización de la economía parece la primera tarea a acometer.

A pesar de las nefastas leyes de educación a las que nos tiene acostumbradas el turnismo político que ha venido operando en el Estado español, existen grietas y huecos a través de los cuales introducirse para transformar la realidad desde el interior del sistema educativo. Saben de esto por ejemplo los colegios de la FUHEM, en los que se está llevando a cabo una heroica labor de ecosocialización del currículum educativo. La desgracia es esa: que depende de la heroicidad y el voluntarismo de cada profesor o profesora. En este sentido, capacitar y concienciar al profesorado de la naturaleza política de su trabajo es también una tarea urgente de cara a que se entienda la pedagogía como algo más que meros métodos y técnicas, que es lo que parece haber entendido la corriente mayoritaria que tiende a afirmar la objetividad y neutralidad de la educación.

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La desgracia es esa: que depende de la heroicidad y el voluntarismo de cada profesor o profesora.

Si bien se han ido produciendo ciertas modificaciones en los contenidos curriculares oficiales, por ejemplo a través de la introducción de contenidos como el cambio climático, el consumo responsable, la violencia de género, etc., estas han sido parciales –pocas veces abordan de manera completa dichos conceptos–, aisladas –no se integran transversalmente– y descontextualizadas, por lo que no es posible entender las causas de fondo de los conceptos tratados ni conectarlas con la realidad en la que vivimos, donde las implicaciones sociales, económicas, políticas y ecológicas de nuestros actos se entrelazan. Por este motivo, la construcción del conocimiento y la forma en la que entendemos la vida debe realizarse de forma holística, transversal e interdisciplinar. Es necesario abordar estos temas acercándolos y contextualizándolos en ámbitos relacionados con la realidad del alumnado y dotándolos de aplicación práctica de cara a la comprensión y la transformación positiva de dicha realidad.

Si no nos enseñan a relacionar en la escuela el ir en bicicleta con la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta; una actitud machista de un alumno con el heteropatriarcado; la gestión comunitaria de un espacio vecinal con el capitalismo, o el consumo de comida con la soberanía del territorio, los valores y principios ocultos que predominan hoy en día en el currículo actual no serán contrarrestados, y tanto las nuevas propuestas metodológicas –por muy cooperativas que sean–, como la introducción de nuevos contenidos –por muy críticos que sean– pueden volver a ponerse al servicio de la reproducción de un sistema neoliberal claramente inaceptable en términos éticos, y cuyo espíritu consiste en producir continuamente nuevas narrativas.

La ESS es una propuesta educativa, socioeconómica y vital (todo en uno) que permite compaginar una visión humanista y anticapitalista imprescindible hoy en día, con propuestas que responden a los cambios que el ámbito laboral demanda –en el terreno de la innovación y la creatividad, en el terreno de la flexibilización y la adaptabilidad empresariales y laborales, en el desarrollo de habilidades comunicativas y destrezas de trabajo en equipo, etc.–, evitando así que dichos nuevos requerimientos de la sociedad se pongan únicamente al servicio de la tecnoeficiencia y la productividad, y no al de las personas y el medio ambiente.

En suma, si establecemos como prioridad la respuesta a la actual situación ecológica y socioeconómica del planeta, y concluimos que es necesario un cambio en las conciencias y formas de vida (cómo consumimos, trabajamos, producimos, nos divertimos, desplazamos, etc.), la ESS, que deberá indefectiblemente contar con las aportaciones de la economía feminista y la economía ecologista, representa un contenido idóneo a través del cual abordar íntegra y simultáneamente planos fundamentales en la actual sociedad: en el socio-afectivo, una nueva forma de relacionarnos basada en la interdependencia, los cuidados y las relaciones de apoyo mutuo; en el físico-terrenal, la organización de la producción y el trabajo de tal forma que no se socaven las bases materiales del planeta y que se hagan compatibles con la reproducción de la vida, la dignidad de las personas y la justicia; y en el plano político-filosófico, el entendimiento de la vida en torno a parámetros de sencillez, humildad y corresponsabilidad.

Si rescatar las palabras de Cornelius Castoriadis es siempre apropiado, más aún en este 2017 en el que se cumplen veinte años de su muerte. Castoriadis decía que una sociedad democrática sólo podrá surgir como una institución de auto-educación permanente de sus ciudadanos que promueva principios morales sustantivos, los cuales no pueden ser alcanzados mediante procedimientos formales, como ha ocurrido hasta ahora. Las formas de auto-organización de la sociedad no aseguran per se la actividad autónoma, pero sí la posibilitan, mientras que las actuales instituciones garantizan su imposibilidad.


 

https://www.elsaltodiario.com/educacion/educacion-especulativa-plan-financiera

Pretenden que las futuras generaciones den por hecho que lo lógico es invertir lo ahorrado para así generar más riqueza
Lo más probable es que el alumnado del Estado español no haya escuchado conceptos como “economía social” o “cooperativismo”
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