1 de mayo de 2014. La fuerza de la dignidad
De nuevo 1º de Mayo, el día en que conmemoramos siglos de lucha de la clase trabajadora, de lucha de las personas humildes y decentes por cambiar sus condiciones de vida y las de sus hijos.
Cientos de años intentando cambiar y cambiando una sociedad profundamente injusta en la que una minoría tiene acceso a la riqueza ilimitada mientras que la mayoría sufre para obtener unos mínimos que les permita sobrevivir.
Cada paso avanzado se ha hecho sobre el sacrificio y el compromiso de millares de personas anónimas que han sacrificado su tiempo y sus vidas en aras de construir una sociedad más humana, más justa, más libre y en definitiva más digna.
Vivimos tiempos difíciles, las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas se deterioran cada día, el paro y la exclusión golpean con dureza, miles de familias viven sin sustento, abandonadas por los poderes públicos, expulsadas de sus viviendas, sus trabajos y sus pequeños negocios y cada vez con menos coberturas sociales.
El sistema político está secuestrado por el poder económico, de tal forma que es difícil distinguirlos, ambos son parte de una realidad opresiva. El cerco de seguridad que rodea el Congreso de los Diputados es toda una metáfora de como lo que debiera ser la casa del pueblo está cerrado a cal y canto para evitar que el pueblo acceda a él.
Cada día nos repiten que la economía va mejor. ¿Para quién?, para las personas sin empleo y sin perspectivas de conseguirlo, para las jóvenes y los jóvenes cuya perspectiva de mejora se sitúa lejos de sus casas y sus familias, para millones de trabajadores y trabajadoras precarizados con salarios míseros, para los pensionistas que cada día pagan por más servicios, ven recortadas sus pensiones y mantienen a las familias de sus hijos, para las personas dependientes y los enfermos crónicos que están siendo abandonados a su suerte, para las personas de fuera que son tiroteadas retenidas con cuchillas asesinas o para las mujeres doblemente discriminadas y maltratadas por una sociedad patriarcal que no les permite decidir sobre su propio cuerpo.
Los derechos democráticos se recortan sin pudor, ley mordaza, ataques a la libertad de expresión, supresión de la justicia gratuita e, desprecio institucional a la iniciativa popular promovida por la PAH con el objetivo de resolver de forma justa el drama de los desahucios e imposición de un modelo centralista y excluyente que uniformiza e impide de derecho a decidir de las diferentes realidades nacionales que conviven en Estado.
Y además pretenden convencernos de que este es el futuro posible y que nosotros, nosotras somos culpables. Quieren también arrebatarnos la dignidad. Pero no pueden, no podrán, el proceso de empoderamiento del pueblo es imparable.
La fuerza de la dignidad inundó como una gigantesca ola las calles de Madrid el pasado 22M, una ola masiva y pacífica, mal que les pese, una ola de jóvenes, yayoflautas, personas trabajadoras, estudiantes…
Una ola superadora de modelos clásicos, una ola vital capaz de ser el origen de un nuevo camino, de un nuevo modelo, donde la decencia, la justicia, la libertad y la solidaridad entierren un presente que nos ahoga pero que no nos impide seguir hacia adelante, las Marchas de la Dignidad del 22M son el camino, un camino difícil pero imparable, son la energía que necesitamos, son LA FUERZA DE LA DIGNIDAD.