Muere Eduardo Galeano

eduardo-galeanoMolde de todos los escritores comprometidos

Mujeres, el último libro del escritor en el que reunió sus mejores textos en un homenaje a las mujeres que «festejan la vida porque no se resignan y en cuyas figuras Galeano reivindica la dignidad del ser humano»

El autor de ‘Las venas abiertas de América Latina’ se convirtió en la la primera referencia crítica e intelectual para millones de lectores.

Galeano, Viglietti, Benedetti; los tres nombres en sucesión sonarán para millones de lectores latinoamericanos (y para muchos españoles también) a delantera antigua o a sueño de adolescencia, que es casi lo mismo: justicia, amor romántico, humanismo… Benedetti, el sensible, murió en 2009; Galeano, el intrépido, se ha ido esta mañana, a los 74 años, el mismo día de la muerte de Günter Grass, viejo colega de militancias. Viglietti, el trovador, será el final de la saga.

Eduardo_Galeano_peque ‘Las venas abiertas de América Latina’, su gran libro, ha sido, desde los años 70, la puerta de entrada en el mundo de la vida intelectual para varias generaciones de latinoamericanos. Después, el viaje habrá consistido, para muchos, en refutar a Galeano, en pensar lo contrario de la causa que alguna vez juraron defender por siempre. Pero casi nadie habrá ignorado aquel libro.

‘Las venas abiertas’ apareció en 1971, en la edad de la inocencia: Cuba no era aún sospechosa o, si lo era, aún era posible creer, mirar con un poco de perspectiva y pensar que de la isla iba a venir un mundo mejor. En su estela pero un poco más allá, Galeano, Benedetti y Viglietti tomaban el mensaje de la izquierda de sus hermanos mayores y le añadían un aire más amable: hedonista, juguetón, romántico… Más Neruda y menos Che Guevara. No había que ser un socialista científico todo el tiempo, no había que ir de uniforme ni dar la lata con las bondades de la Unión Soviética. También estaba bien ser partidario del fútbol, de los amoríos y del vino. ‘Humanismo’ y ‘compromiso’ se convirtieron en las palabras claves. Puede que hoy las leamos con una sombra de cinismo, pero su atractivo en los años 70 era invencible.

El propio Galeano acabó por tomarse un poco a broma su papel de evangelista del nuevo mundo, a reconocer que ‘Las venas abiertas’ era un libro con demasiadas ambiciones para las capacidades de su autor en su momento. ¿Pero? Pero dio con la tecla al proponer una historia de América Latina en clave de descolonización: una historia de opresores y oprimidos que capturaba perfectamente el espíritu de la época y que se enfrentaba a las dictaduras que, no deberíamos olvidarlo, dominaban el continente. Además, traía el sonido dela prosa encantadora del periodismo-casi-literatura de los años del Boom. Demasiado como para resistirse.

«Yo no quise escribir una obra objetiva. Ni quise ni podría. Nada tiene de neutral este relato de la historia. Incapaz de distancia, tomo partido: lo confieso y no me arrepiento. Sin embargo, cada fragmento de este vasto mosaico se apoya sobre una sólida base documental. Cuanto aquí cuento, ha ocurrido; aunque yo lo cuento a mi modo y manera», escribió Galeano en ‘Memoria del fuego’.

¿Cómo ha envejecido esa literatura política, persuasiva, sentimental y, a la vez, un poco inocente, siempre a favor de los buenos y en contra de los malos? Depende del ánimo de cada uno, de su momento. Cuando murió Benedetti, al principio de la actual crisis económica y de valores, su nombre sonaba un poco a alcanfor. Aquí y allá circulaban historias más bien sórdidas sobre su vida que abarataban los buenos sentimientos de su literatura. Hoy, muere Galeano y por todas partes aparecen mensajes que lo reivindican, que piden «más galeanos para este mundo».

¿Y por qué no? No hay para Galeano grandes reproches personales como para su amigo poeta. El relato de su vida suena casi actual: Galeano nació en una familia burguesa y conservadora, pero el futuro escritor quiso empezar su carrera por el método de ‘proletarizarse’. Trabajó en talleres editoriales hasta llegar a la redacción. Y entonces, desde el periodismo, emprendió una obra que a veces derivaba en ensayo, a veces en ficción y a veces en memorias. El general Videla lo condenó a muerte y los caudillos de izquierdas se dejaron zalamear por él. Habló de fútbol antes de que ningún otro intelectual se animara a decir que aquello era asunto suyo, y lo convirtió, al fútbol también, en un asunto político. Se ofreció a apoyar con su fama a todas las causas justas habidas y por haber. Alguna vez se equivoco, por supuesto; o quizá estuvo siempre equivocado. Pero quién no.


Artículo El Mundo

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, ha fallecido este lunes en Montevideo a los 74 años de edad, y será velado a partir de este martes en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, la inmensa sala de mármol en la que se celebran los actos más solemnes de la República de Uruguay. Pero los pasos de Galeano han seguido sonando en Montevideo, especialmente en la Ciudad Vieja que tanto visitaba el autor de Las venas abiertas de América Latina, donde periodistas, intelectuales, políticos o comerciantes han narrado decenas de encuentros casuales con el autor.

A la espera del homenaje que tendrá lugar el martes a partir de las tres de la tarde hasta las 22.00, el senador José Mujica ha descrito al autor como “un elegido que a lo largo de los últimos 40 años nos dignificó en América Latina”. El expresidente ha añadido que Galeano era “un autodidacta que se fue puliendo así mismo y masificó una cultura difícil de encontrar en un universitario”.

Antes de convertirse en un intelectual destacado de la izquierda latinoamericana, Galeano trabajó como obrero de fábrica, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de banco, entre otros oficios. Las venas abiertas de América Latina se publicó cuando Galeano tenía 31 años y, según reconoció después el escritor, en aquella época no tenía los conocimientos suficientes: “[Las venas abiertas] intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria. No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada”.

El Café Brasileño (dígase “brasilero”) evitaba cuidadosamente toda señal de luto, con su dueño defendiéndose con uñas y dientes de los periodistas. Todo Montevideo sabe que Eduardo Galeano era un asiduo del local, que le gustaba sentarse en una de las mesas cercanas a la ventana y tomarse un café. “No vamos a decir nada, no vamos a hacer declaraciones. Por respeto a la familia. Era más que un cliente, era nuestro amigo. No vamos a hacer nada ni a decir nada”, repetía el dueño.

Galeano llevaba una semana en estado grave ingresado en un sanatorio de la capital. Desde 2007 padecía un cáncer de pulmón que se había agravado y sus apariciones públicas eran cada vez más escasas.

A pocos metros, en la librería Linardi y Risso, especializada en libros antiguos, el propietario contaba que Galeano pasaba regularmente. “Buscada siempre libros sobre la historia política y social de América Latina. Venía por algo concreto, sabía lo que quería”, explicaba Andrés Linardi. La tienda vende una primera edición de Las Venas Abiertas de América Latina, “hasta hoy unos 400 dólares” y mostraba una dedicatoria del autor con uno de sus dibujos, el famoso “chanchito” de Galeano. El escritor se había reservado los derechos de sus libros en Uruguay y los publicaba con su sello, precisamente Ediciones el Chanchito. Así, sus obras alcanzaban un precio menor en el mercado local.Eduardo Galeano

El semanario Brecha prepara una edición especial sobre Galeano, uno de los fundadores de esta publicación, heredera de Marcha, otra de las referencias de la prensa de izquierdas de América Latina. La directora de cultura, Rosalba Oxandabarat, ha afirmado que la crítica literaria tiene pendiente un análisis más detenido de la obra de Galeano: “Era eminentemente un autor político, pero ese rasgo no ha dejado ver la calidad de su escritura que expresa de manera sencilla conceptos muy complejos. Su trazo parece sencillo , pero en realidad es el resultado de un inmenso trabajo”.

Daniel Gatti, periodista de Brecha,ha destacado la independencia del autor, que no dudaba en criticar al régimen castrista en Cuba – a pesar de ser un ferviente defensor de la Revolución – o al Frente Amplio que actualmente gobierna Uruguay. A pesar de su talante independiente Galeano ha sido muy criticado por la oposición conservadora que lo ha acusado de ser uno de los intelectuales del oficialismo. “Existe una generación antigaleano en Uruguay situada entre los 45 y los 55 años. Estos sectores le reprochan la gravedad de sus temas, el dramatismo de sus libros”, reconoce Gatti, quien recuerda a Galeano como un hombre con un gran sentido del humor y mucho carisma.

En las pasadas elecciones, Galeano volvió a mostrar apoyo al izquierdista Frente Amplio, lo que motivó una carga de la oposición del Partido Nacional, que en su programa proponía impulsar otros referentes culturales.

En 2009, durante la Quinta Cumbre de las Américas, el expresidente de Venezuela Hugo Chávez le regaló un ejemplar de esta obra de Galeano —prohibida por la censura de las dictaduras de Uruguay, Argentina y Chile— a Barack Obama. El escritor fue preguntado después sobre este episodio. Respondió: “Ni Obama y ni Chávez entenderían el texto […]. Él [Chávez] se lo entregó a Obama con la mejor intención del mundo, pero le regaló a Obama un libro en un idioma que él no conoce. Entonces, fue un gesto generoso, pero un poco cruel”.

La última aparición pública de Galeano tuvo lugar a finales de febrero, para recibir al presidente de Bolivia, Evo Morales. El mandatario visitó Montevideo con motivo del cambio de mando entre Mujica y el ahora presidente Tabaré Vázquez. En las fotos, Galeano aparecía delgado y sonriente, mientras recibía un libro de manos de Morales con los argumentos bolivianos para exigir una salida al mar, que bautizó como el «Libro del Mar Robado».

Artículo El Pais

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