Racismo en las aulas: una realidad incómoda

  • Más allá del coronavirus, otra pandemia asola nuestra sociedad con especial crudeza: el racismo.

  • La escuela no es, en absoluto, una burbuja al margen de lo que ocurre en la calle. Por el contrario, es permeable, fiel reflejo de ella, de manera que la discriminación en función del color de piel, de la etnia o la religión ha logrado colarse en las aulas y calar entre alguna parte del alumnado, de sus familias y, por supuesto, de los docentes.

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El racismo no es algo innato. Ningún niño o niña nace siendo racista. Lo mismo ocurre con otras actitudes como la xenofobia o el machismo.

La escuela no es ajena a lo que ocurre en la sociedad.

Al contrario, es permeable a ella. Si en la sociedad hay racismo, también lo hay en la escuela. Por supuesto, esto también ocurre en España. La sociedad española es profundamente racista. A veces nos cuesta reconocerlo, pero es la verdad”. Gabriela Santillán, Coordinadora de la Comisión de Sensibilización y Formación de SOS Racismo, resume la situación de forma sencilla y contuntende.

“Lo hemos visto claramente hace algunos días con el famoso cartel electoral de Vox en Madrid en referencia a las subvenciones y ayudas que supuestamente reciben los menores extranjeros no acompañados. Eso también es racismo. Se trata de un tema muy grave, porque este mensaje del odio que ha conseguido calar en la sociedad, camuflado en mentiras, viene ahora de arriba. En otros países se lucha mucho más contra el racismo institucional”, añade Santillán.

El racismo es una realidad palpable. Se producen multitud de casos en colegios, institutos y universidades por parte de alumnos, docentes, familias e incluso desde la dirección, a lo largo y ancho de la geografía española. Basta con repasar los casos recogidos en diversos estudios, así como en la prensa, para percatarse de ello. Y lo que resulta aún más grave y preocupante, la enorme proporción de ellos que no adquieren relevancia a nivel mediático o que ni siquiera llegan a ser denunciados por la víctima, al considerarlo como algo normal o de menor importancia.

Es el caso de Anna Isabel, actual responsable de comunicación de Afroféminas y docente de profesión. A pesar de haber nacido en España, Anna Isabel ha experimentado el racismo por ser afrodescendiente. Sin embargo “puesto que siempre había sido una chica muy extrovertida, no tomé conciencia de ello hasta que fui más o menos adulta. Estoy convencida de que anteriormente también fui víctima de comportamientos y actitudes racistas, pero simplemente no me daba cuenta de ello”, reconoce.

Ya en la universidad, Anna Isabel chocó de bruces con la triste realidad. “Un día estábamos en clase y el profesor pidió un voluntario para hacer un trabajo. Yo levanté la mano junto a otro compañero de origen sudamericano y fue entonces cuando el profesor soltó: ‘Veis, chicos, los inmigrantes están siempre mucho más espabilados que vosotros’. No me lo tomé mal, pero es un comentario que refleja muy bien lo instaurado que está el racismo en nuestra sociedad”, afirma.

Su experiencia en el ámbito del racismo académico también se ha dado del otro lado de la barrera, es decir, ejerciendo como docente. “Trabajo como profesora en una academia de inglés y no resulta extraño ver como algunos padres se inquietan al verme. Incluso llegan a preguntar si todos los profesores son españoles. Ya ves… ¡En una academia de inglés!”, concluye.

El caso de Petra Ferreyra y su hija mayor, Camila, sí obtuvo cierta repercusión en los medios de comunicación al ser la primera vez que una jueza fallaba del lado de la víctima de acoso racista en la escuela. “Mi hija sufrió bullying por su color de piel cuando tenía solo 10 años. Por ser una niña negra”, relata.

La inacción por parte de la dirección del centro llevó a Petra a tomar la decisión de cambiar a su hija de colegio y, además, llevar el caso ante los tribunales. “No se trata de un caso aislado. El racismo es una cuestión que las personas negras sufren durante toda su vida y el ámbito educativo no es ninguna excepción. Además, en el caso de los niños, esto puede derivar en graves consecuencias a corto, medio y largo plazo: miedo, inseguridad, baja autoestima, dificultad para relacionarse…”, advierte.

Los niños solo ven a otros niños. El racismo es algo que se aprende

La otra pandemia

De acuerdo con la Real Academia Española de la Lengua, se puede definir el racismo como la “exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive”. Sin embargo, y pese a lo que se podría pensar teniendo en cuenta esta definición tan sencilla y reduccionista, se trata de un fenómeno mucho más complejo y amplio, que abarca muy diversos tipos de discriminación hacia el otro por el mero hecho de ser diferente. Así, el racismo no solamente se ejerce contra personas negras, sino también contra migrantes de todo tipo, árabes, musulmanes, judíos, asiáticos, gitanos…

Ángeles Alonso, responsable del Área de Intervención Social de la Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) explica como “el racismo es algo que va variando. Algo que va por picos. Fluctuando según la época. Recuerdo como hace algunos años, especialmente a raíz de los atentados del 11-S y el 11-M, se manifestó una gran ola de racismo contra la población árabe y musulmana”. De ahí la importancia de educar para la convivencia, la tolerancia y la diversidad, independientemente del tipo de discriminación al que se pretenda hacer frente.

Como consecuencia directa de la pandemia del coronavirus, en los últimos meses se viene manifestando una fuerte corriente de racismo contra la comunidad asiática. Algo de lo que ni siquiera los más pequeños han logrado escapar. Antonio Liu Yang, abogado, cofundador del proyecto Academy for Diversity and Innovation y activista contra el racismo, es hijo de las primeras llegadas de chinos que llegaron a España hace ya 40 años. “Es algo completamente infundado. Una amiga taiwanesa me contaba el otro día como otros niños le decían a su hija en el parque que no querían jugar con ella porque era un virus”, expone.

Esto, concluye, “no es nuevo. Como abogado, he llevado casos de niños chinos que son expulsados de sus colegios por comportarse de manera agresiva y  por mostrar supuestas faltas de interés en la integración derivados de la imposibilidad de comprender el entorno que les rodea. Un entorno que resulta completamente nuevo para ellos. A pesar de que vivimos en una sociedad cada vez más diversa y multicultural, se nos ha olvidado la otra parte de la diversidad, que es la inclusión. En el sistema educativo, y también en las familias, se da, por norma, una enorme falta de competencia intercultural”.

Los gitanos son otro de los colectivos más azotados por el racismo desde tiempos inmemoriales. María del Carmen Cortés es abogada del Departamento de Igualdad y No Discriminación de la Fundación Secretariado Gitano: “Solo en 2019 registramos 37 casos de discriminación contra alumnos gitanos en la escuela. La mayoría vienen motivados por los prejuicios y estereotipos que ha soportado desde siempre nuestro colectivo”.

Una clara muestra de ello es la percepción de los docentes en relación a la falta de expectativas académicas. “Los profesores piensan algo así como ‘si va a abandonar la escuela en cuatro días, ¿para qué me voy a esforzar con él?’. Efectivamente, la consecuencia directa es el absentismo y el abandono temprano por parte del alumno gitano”, explica Cortés.

El racismo es una cuestión que las personas negras sufren durante toda su vida y el ámbito educativo no es ninguna excepción

Un fenómeno aprendido y que va a más

Por supuesto, el racismo no es algo innato. Ningún niño o niña nace siendo racista. Lo mismo ocurre con otras actitudes como la xenofobia o el machismo. Así lo considera Antonio Lobato, miembro del Área de Educación de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA): “Los niños solo ven a otros niños. El racismo es algo que se aprende. Se transmite de un modo cultural durante su desarrollo. Es algo completamente al margen de la naturaleza humana”.

A pesar de que uno de los objetivos principales de la educación es, tal y como se recoge en el artículo cuatro del currículo escolar, “conocer, comprender y respetar las diferencias culturales y personales, la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas y la no discriminación” lo cierto es que los centros educativos están fracasando estrepitosamente a este respecto. Tanto es así que el racismo es hoy un fenómeno en expansión.

Desde APDHA llevan tiempo denunciando que “a pesar de que el derecho a la educación es universal y, al mismo tiempo, la clave que permite acceder al resto de derechos, esta no siempre está garantizada”. Es el caso de los hijos e hijas de inmigrantes llegados a España en los últimos años y que se mantienen en situación irregular. Fruto de esta situación, sus descendientes no tienen en muchos casos acceso a la enseñanza en el periodo de 0 a 6 años.

A través de la campaña #RacismoInstitucional, defienden que “resulta necesario que la plaza escolar esté garantizada en todos los niveles educativos. En la práctica, esto no es así. Solo puede acceder a ella quien se lo puede permitir. Es una cuestión de justicia y equidad. No se puede cerrar la puerta al acceso a la educación desde los primeros años de vida del niño”.

Fenómenos como el incremento de la propia inmigración en las últimas décadas, la concatenación de crisis económicas o la polarización política contribuyen a perpetuar los comportamientos y actitudes racistas, derivados de estereotipos y prejuicios del todo infundados pero que han logrado calar muy hondo en el subconsciente colectivo. De esta manera, el racismo ha logrado perdurar en el tiempo e incluso mutar y reproducirse como un virus para el cual aún no existe vacuna. Ni siquiera en la escuela. Ni siquiera a través de la educación. Al menos por el momento…

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