Decencia

Aprobé la filosofía por los pelos. Lo admito. Me debió escocer aquella nota o tuve suerte. En Selectividad conseguí un nueve. La duda metódica de Descartes era el tema en la prueba de acceso a la universidad. Hace tanto tiempo como años tiene esta comunidad autónoma hecha de retales, como una burla a la historia.

Pues bien, mientras los meapilas, incluidos los de su propio partido, se rasgan las vestiduras por el anuncio de Pedro Sánchez de suprimir la religión de la escuela, la filosofía desaparece del currículum académico sin pena ni gloria, y en silencio, como hojas secas sobre la tierra húmeda. Repito, sólo es un anuncio y en tiempo electoral, que es lo más parecido a las rebajas de Primark.

El PSOE es el partido que más oportunidades ha tenido de hacer una escuela pública y un estado laicos. No lo ha hecho. A ver cuando vemos un alcalde o alcaldesa socialistas que planten a las cruces como Zana, Chiti o Colau. En los saldos de otoño, el líder socialista prometió ayer en el Bierzo un nuevo estatuto de los trabajadores… Prometió restaurar la decencia de lo público. Venía de Asturias. Y de escuchar a Lledó, a Padura, a Coppola… Somos lugar de paso. Y el Ave marca la hora.

Caras B y mordidas

La expulsión de la filosofía de las aulas es un hecho consumado. Enseñar a pensar, a tener criterio propio e incluso a criticar al poder es la naturaleza de la filosofía, dijo el maestro Emilio Lledó en el discurso del Premio Princesa de Asturias de la Comunicación y Humanidades. Y, siguiendo sus palabras, nos «gobiernan indecentes con mucho poder».

Indecentes que se miran al espejo sin avergonzarse de su cara B ni de las mordidas. Los míster 3% son iguales en Cataluña y el resto del Estado. Clones de la indecencia de apellido Bárcenas o Viloca, los tesoreros del PP y de CDC, tras cuyos rostros se oculta la codicia y la indecencia de sus jefes de filas y de los aparatos voluptuosos que se han turnado en el gobierno.

Cuentos de Calleja

Es tiempo de otoño, de recogerse un poco y pensar, por pura supervivencia. Por decencia. Como dijo Descartes, «pienso, por lo tanto existo». Hay que luchar para existir como seres humanos. Ya que no podemos hacer que se avergüencen, ni nos importa a estas alturas, que nadie se tenga que avergonzar de mirarse al espejo.

En un mundo monopolizado por el gran negocio de la tecnociencia y los gurús de la economía, que ignora a las humanidades, la decencia, es esperanzador que se encienda de nuevo esa luz interior que ha de alentar «el futuro, el de la verdad, el de la lucha por la igualdad, por la justicia, por la inteligencia».

Que no distraigan con bailes y viajes en globo de la vicepresidenta. Son cuentos de Calleja, ese chico con el que subimos al Everest hace diez años y . Que no cieguen con las fanfarrias de las cifras del paro. «Seguimos en la crisis, hay una deuda que digerir», ha dicho uno de esos señores de negro, muy serios, que vinieron a León a pensar por una provincia en riesgo de extinción.

Floras

Dan grima esas fotos, esas reuniones de empresarios y políticos, en las que las mujeres brillan por su ausencia. Es lacerante la exclusión de las mujeres de poderosos foros, de tertulias en la televisión y la radio públicas, del poder real. Por eso, y por mucho más, si no estuvieran las Floras, la asociación feminista leonesa Flora Tristán, que cumple 40 años, habría que inventarlas. Ellas existen porque piensan. Y su pensamiento es violeta. Humanismo. Lucha por la igualdad. Decencia.


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la expulsión de la filosofía de las aulas es un hecho consumado. porque enseña a pensar, a tener criterio propio y a criticar al poder, sólo por eso
Ana Gaitero. Periodista

Ana Gaitero. Periodista

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