El universo Montessori en una escuela rural de Zamora

  • El colegio de Faramontanos de Tábara implanta el primer aula que desarrolla la innovadora pedagogía
  • Las maestras Marta Pérez y Cristina Nieto dan clase a doce alumnos, desde 3 años a 5º de Primaria
  • Es la primera experiencia en un colegio público de la provincia

VÍDEO | Así trabajan en una escuela Montessori de la Zamora rural. I. G.

El sueño se cumplió. El coqueto colegio de Faramontanos de Tábara entra en la pequeña historia de la educación en Zamora por ser el primer centro público donde se desarrolla la «pedagogía Montessori». Solo hay que entrar en el aula para descubrir que no estamos ante una clase al uso.

Los doce alumnos que alimentan este ilusionante proyecto en un pueblo de Zamora, se desenvuelven en un espacio acogedor y armónico donde no caben las estridencias.

Mientras unos realizan el experimento del volcán, otros buscan información sobre el sistema solar, Thiago llega cuidadoso con las «pasas saltarinas» en un vaso de agua, otro estudiante trabaja en la tablet con una aplicación sobre los planetas y hay quien busca su sitio en el universo a través de cajas de cartón de diferentes tamaños o la pequeña que se acerca a los primeros números a través del colgador de perlas.

Una niña aprende los números con el colgador de perlas

Una niña aprende los números con el colgador de perlas JOSE LUIS FERNANDEZ

Los niños aprenden y desarrollan sus estímulos haciendo y tocando. Son sus propios descubridores en un espacio pensado para que se sientas tranquilos y como en casa.

Dos maestras, Marta Pérez y Cristina Nieto, han trabajado durante todo el verano en la preparación de un aula acorde con la filosofía de la educadora italiana María Montessori, quien entre los años 1870 y 1952, creó un método basado en la libertad de los alumnos para desarrollarse y aprender a su ritmo, en un entorno estimulante, y siempre observados y guiados por las docentes.

«Ha sido un verano duro, pero muy gratificante. Hemos estudiado el lugar donde va cada material, porque está colocado en orden de dificultad, de izquierda a derecha y de arriba abajo. Así también los niños tienen un método y saben de donde pueden partir» explica Marta Pérez, quien ha entregado parte de su experiencia educativa a conocer la pedagogía Montessori.

Los alumnos en el aula de Faramontanos supervisados por la maestra Marta Pérez

Los alumnos en el aula de Faramontanos supervisados por la maestra Marta Pérez JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

«En primer lugar hay un cambio físico en el colegio porque se ha hecho el aula más grande, hemos cambiado todo el mobiliario, todo es de madera; mesas, estanterías, materiales… Se trataba de crear un ambiente natural, suave, sencillo, alegre, pero sin colores estridentes. Y para tratar de adaptar a los niños, sobre todo los más pequeños, se ha creado una zona de colores como un espacio de transición. Es todo como sencillo, no hay grandes cosas que llamen la atención para que los niños se centren cada uno en su trabajo» cuenta Cristina Nieto, ilusionada con esa nueva etapa en su larga experiencia educativa.

Marta Pérez junto a un alumno que "busca su sitio en el universo" a través de cajas

Marta Pérez junto a un alumno que «busca su sitio en el universo» a través de cajas JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Las aulas Montessori son espaciosas, luminosas, están muy ordenadas, tienen materiales de calidad con los que los niños trabajan y aprenden haciendo y tocando. «El material está científicamente probado, se ha probado durante muchos años en muchos países y todo tiene su por qué» explica Marta Pérez, ferviente seguidora del método Montessori que ha ido aprendiendo con una exigente, y nada barata, formación.

Cristina Nieto, a la derecha, con un alumno, mientras otros están a sus tareas

Cristina Nieto, a la derecha, con un alumno, mientras otros están a sus tareas JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Después de 21 años de maestra en Faramontanos, los últimos diez ella sola en la escuela con su pequeño grupo de alumnos, Cristina asume el desafío de aplicar un innovador método pedagógico, compartido con su compañera Marta Pérez, también directora del CRA Tábara.

«En esta escuela de momento teníamos alumnos para garantizar su continuidad, pero Marta ha querido dar un empujón con una pedagogía que es muy buena para trabajar en un entorno rural, porque tenemos alumnos de distintas edades todos juntos. Los niños aprenden muchísimo unos de otros y este método potencia ese aprendizaje» cuenta la maestra rural, también vecina de Faramontanos.

Un alumnos en el aula Montessori de Faramontanos de Tábara

Un alumnos en el aula Montessori de Faramontanos de Tábara JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Cristina ha sido la gran aliada de su compañera en esta apasionante aventura educativa, que no hubiera sido posible sin el apoyo de la Dirección Provincial de Educación y del Ayuntamiento de Faramontanos de Tábara.

La experiencia de Cristina y la innovación y conocimientos adquiridos por Marta, firmes defensoras de la escuela rural, han hecho posible el primer aula Montessori en un colegio de la Zamora rural con la esperanza de que sea una semilla para otros centros. El método innovador de Faramontanos rompe con lo que hoy rodea al mundo Montessori, reservado en España prácticamente a colegios de élite, con altos costes.

Lejos de esa «marca» un tanto excluyente, en Zamora se implantará por primera vez en un centro público y, por lo tanto, sin ningún coste para los padres. Son contados los precedentes en España de escuelas rurales aplicando esta pedagogía. En Castilla y León no existe ningún precedente.

Los alumnos más mayores realizan actividades

Los alumnos más mayores realizan actividades JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

«Me parece precioso cómo los niños van aprendiendo a hacer solos las cosas y cómo aprenden a partir de su propia experiencia, pero también observando a los demás» argumenta la veterana docente desde el pequeño universo creado en la escuela de Faramontanos de Tabara.

Desde la alumna más pequeña de tres años, otro de 4, una niña que cursa 1º de Primaria, dos de 2º, otros dos en 3º, tres en 4º y una en 5º de Primaria. Doce escolares (todos del pueblo, menos dos que llegan de Moreruela de Tábara) inician este proyecto, donde todos aprenden de todos. Los pequeños observan a los mayores y a su vez éstos se afianzan ayudando a los pequeños.

Marta Pérez supervisa el experimento del volcán

Marta Pérez supervisa el experimento del volcán JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

«Lo bueno de esta pedagogía es que te da pie a adaptarte desde donde está cada alumno y eso les da mucha seguridad. No les estás exigiendo por encima de su capacidad; al revés, les estás quitando lagunas y, al estar motivados, trabajan muy bien, se concentran» defiende Marta Pérez.

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