La recuperación del prestigio de lo público

La «reconstrucción» del país en el marco de la «reconstrucción europea» puede ser una ocasión para mejorar nuestra cohesión interna y renovar el «contrato social» que se definió en La Transición.

La crisis del COVID-19 nos ha recordado que una sociedad vale 10 Que vale el Estado que políticamente la representa en el momento en que la crisis estalla. Ante una emergencia de esta magnitud. una sociedad únicamente puede tener una respuesta estatal. Por muy poderosas que sean sus empresas. por muy buenas que sean sus universidades y centros de investigación, por excelentes que sean sus infraestructuras, sin una dirección política unitaria a la altura de lo que las circunstancias exigen, la sociedad no tiene posibilidad de defenderse eficazmente frente a la propagación del virus. Únicamente a través del Estado puede una sociedad no perder el mínimo de seguridad exigible para una convivencia que pueda calificarse de civilizada.

La crisis retrata, por tamo, a cada sociedad y al Estado que la representa. Cuando, como ha ocurrido en Nueva Zelanda, Corea del Sur o Alemania, el Estado responde como se espera que debe hacerlo, la sociedad no pierde la «sensación de seguridad» que, como nos enseñó Montesquieu. es el elemento constitutivo de la «libertad personal». Cuando no es así. ocurre lo contrario.

Sin el Estado Nación realmente existente no hay respuesta. Con el Estado Nación solo tampoco. La dimensión gobla de la crisis impone ir más allá.

La confianza de los ciudadanos en su Estado es condición necesaria en los momentos de crisis. Pero, a estas alturas de la historia, no es condición suficiente. Angela Merkel lo ha ilustrado en la respuesta a la crisis desatada por la COVID-19 de manera insuperable.

En primer lugar, organizando en el interior de Alemania una respuesta eficaz a la extensión del virus. Tanto desde el punto de vista sanitario como desde el punto de vista socioeconómico. De los paises grandes de la Unión Europea Alemania ha sido, con diferencia, el que mejor ha protegido a la población contra la expansión del virus. También ha sido el que ha puesto en marcha el programa más completo y ambicioso de protección de su economía. Ante todo, poner la propia casa en orden.

Pero, en segundo lugar, inmediatamente después de haber reaccionado en el interior, Ángela Merkel se ha reunido con el presidente de Francia, con la finalidad de intentar poner las bases para una respuesta europea, porque, como diría textualmente tras dicho encuentro con Emmanuel Macron, «el Estado Nación solo no tiene futuro». Ni Siquiera el más poderoso y el que ha demostrado estar en mejor estado de salud.

Sin el Estado Nación realmente existente no hay respuesta. Con el Estado Nación solo tampoco la hay. Ni siquiera un país con dimensión continental, como los Estados Unidos, puede tener en solitario una respuesta. De ahí que las palabras de Angela Merkel tras su reunión con Emmanuel Macron hayan sido interpretadas como una crítica expresa del «America First«de Donald Trump (Roger Cohen, New York Times, 22 de mayo) y todavía más a l Brexit.

Hay que tener la casa en orden. Hay que tener un Estado en el que los ciudadanos puedan confiar. Pero a continuación hay que hacer uso de la «legitimidad» que te proporciona el haber hecho lo que se tiene que hacer para intentar definir una política que permita dar la respuesta que la naturaleza de la crisis exige. El Estado nación es indispensable, pero la dimensión global de la crisis impone ir más allá.

Ese más allá es 10 que representa la Unión Europea. Idealmente, deberla extenderse también fuera de los límites de la Unión y la política que ponga en práctica la Unión Europea. si consigue hacerlo, tendrá de alguna manera que tomar en consideración lo que ocurre con la expansión del virus en el resto del mundo, pero responder a escala del continente europeo a las consecuencias tanto sanitarias como económicas de la crisis es la tarea del momento.

Ninguna crisis del mundo es comparable a esta

Probablemente, la crisis de la COVID-19 se acabará viendo en los libros de historia como el momento en que la Unión Europea se reafirmó como proyecto de dirección del continente o fracasó. Son muchas las situaciones de crisis Que han tenido que ser superadas para que la Unión Europea llegue a la situación en que ahora mismo se encuentra, pero ninguna es comparable a la que la CQVI-19 representa.

Para que el proyecto tenga alguna posibilidad de prosperar, parece claro que cada uno de los Estados miembros tendrá que hacer el esfuerzo de poner orden en su propia casa. Sin el marco de la Unión Europea no hay respuesta posible, pero el marco no exime del esfuerzo en el interior de cada Estado miembro para que se pueda definir, en primer lugar, en qué va a consistir ese marco y para que, a continuación, cada Estado cumpla fielmente con las obligaciones que de dicho marco se derivan. Para ningún país el camino va a ser fácil y para los que llegan en peor condición menos.

Que España no llega en un buen momento a este reto, es algo que salta a la vista. La «reconstrucción» del país en el marco de la «reconstrucción europea» puede ser una ocasión para mejorar nuestra cohesión interna, recuperar el prestigio de la acción del Estado y renovar el «contrato social» que se definió en «La Transición».

Esto depende fundamentalmente de nosotros.

Javier Pérez Royo. Catedrático de Derecho Constitucional

Javier Pérez Royo. Catedrático de Derecho Constitucional

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