Los profesores tienen un problema y lo saben
El profesorado, especialmente de secundaria y bachillerato, está quemado. Y se comprende. No hay novedad en este malestar, solo que la diferencia ahora es que este ha dejado de ser un secreto a voces para quedar reflejado en los análisis cualitativos sobre el estado de la profesión.
Esta semana, la Fundación SM ha presentado un informe demoledor que constata el más negro de los presagios: que la vocación no evita que el profesorado se distancie de su labor. Llámenle desencanto, desilusión o frustración. Y se comprende, escribíamos, porque los docentes no encuentran recompensa en un sistema que cada vez les pide más por menos, con nuevas realidades en el aula que no pueden controlar y sin el suficiente apoyo institucional ni de las familias.
A esta situación se ha llegado por varias razones. La primera viene de largo, del periodo de reformas y contrarreformas, y contrarreformas de las reformas… Como en el famoso teje y desteje de Penélope, la falta de estabilidad legislativa ha terminado trasladando una confrontación pedagógica y profesional (e ideológica) a los propios centros. Los claustros ya no saben qué enseñar o, peor, cómo hacerlo.
Se ha descuidado tanto la profesión docente como la formación de los futuros maestros
Se han desatendido las condiciones necesarias para que los docentes y los colegios no se den de bruces con jergas que pretenden decir muchas cosas, pero que para ellos no significan nada, o piensan que solo les van a burocratizar. Se supone que para que los cambios en educación nos lleven a alguna parte hay que bajar a los entornos, a los claustros, a las familias.
Más importante incluso que todo lo anterior ha sido no darle a la profesión docente la importancia que tiene y no apostar por atraer a ella a los jóvenes con más capacidades, como han hecho países que nos llevan la delantera. Fíjense en las notas de corte de los grados. Estos han sido dos grandes descuidos. Empiezan a levantar la voz pedagogos críticos con la formación con la que salen los titulados, con las metodologías que estudian y con quiénes son sus formadores.
El máster del profesorado de secundaria está bien, añaden, aunque no lo está ponerlo en manos del último profesor asociado o del último disponible del área, que no conoce los centros de secundaria y lo utiliza solo para rellenar horario. Algo parecido pasa con las prácticas: sin la tutorización adecuada, sirven de poco.
A todo esto, la selección por oposiciones ha quedado desfasada y la formación continuada se limita a los cursillos teóricos en vez ir a la práctica del día a día…
Cuesta no preguntarse cómo van a enseñar bien los profesores si no se dan las condiciones para que ellos aprendan bien, estén bien evaluados y sean bien seleccionados. ¿Vocación? Casi es lo de menos.
Enlace autor y artículo:
Estudio El profesorado en España 2023, realizado por la Fundación SM
La investigación se basa en los datos recopilados a través de una encuesta realizada entre abril y mayo de 2023 a una muestra representativa de 600 docentes españoles de Educación Infantil, Primaria y Secundaria. Entre los temas seleccionados para este Educobarómetro, destacan: los motivos para elegir la profesión docente, las necesidades y limitaciones para el desarrollo profesional, el bienestar socioemocional y las percepciones en torno al reconocimiento social de la profesión.
Los resultados muestran que la mayoría de los docentes españoles aluden al gusto por la enseñanza (25 %) y a la vocación (20 %) como los principales motivos para elegir esta profesión.
El estudio también revela que la mayoría (el 70 %) se siente satisfecho con sus condiciones de trabajo. Sin embargo, dos de cada cinco reconocen haber experimentado agotamiento físico y mental durante el último curso.
Mantener la motivación, administrar el tiempo para cumplir la programación o la dificultad para interesar al alumnado serán identificadas como las principales dificultades para el desarrollo de su tarea docente.