Piden la retirada de la lectura de un libro por ‘adoctrinadora’ y la inspección le da la razón.

No se puede coaccionar al profesorado para impedir el ejercicio libre lo que es nuestra profesión: Formar ciudadanos y ciudadanas cultos, libres, con curiosidad y espíritu crítico.

Un profesor del IES Joan Miró de San Sebastián de los Reyes tenía como libro de lectura obligada para sus alumnos «Colapso», su objetivo era fomentar e incentivar la lectura crítica entre el alumnado. Si embargo el padre de un alumno puso una queja, tildando la lectura de adoctrinadora. Inspección educativa dio por buena esa queja y el libro ha sido retirado del listado de lecturas del centro. Un libro que sirve de apoyo para las clases de Economía, de Geografía, de Filosofía

¿Pin parental?

El libro cuyo autor es Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid,  fomenta el espíritu crítico y se analizan las presuntas causas del posible colapso como el cambio climático y el agotamiento de las materias primas energéticas y se estudian los rasgos previsibles de la sociedad poscolapsista.

Plantea soluciones como «recuperar la vida social que hemos ido perdiendo, absorbidos como estamos por la lógica de la producción, del consumo y de la competitividad», que tenemos que apostar por fórmulas de ocio creativo, que tenemos que reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras que utilizamos, que tenemos que repartir el trabajo, que tenemos que recuperar la vida local, que tenemos que defender la sobriedad,..

¿La escuela está para adoctrinar?

El Estado está obligado a garantizar que nuestros jóvenes puedan desarrollar al máximo sus capacidades, construir libremente su personalidad, acceder a la cultura sin censuras y, en definitiva, prepararlos para el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica.

Carlos Taibo es escritor de más de una veintena de libros, editor y profesor jubilado de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid.

Respuesta de Carlos Taibo

Hagan el favor de tomar buena nota de lo que sigue. Me entero por Twitter de que en un instituto de San Sebastián de los Reyes, en Madrid, un profesor utilizaba en el aula, con el propósito de alimentar el pensamiento crítico, mi libro «Colapso». Por lo que parece, el padre de uno de los alumnos, que estimaba que la lectura en cuestión era ‘adoctrinadora’, pidió su retirada. Y la inspección adoctrinadora -educativa, quiero decir- le dio la razón.

Pues bien. Lo primero que debo hacer es mostrar mi solidaridad incondicional con ese buen padre. Debe estar agotado en esa lucha tenaz contra el adoctrinamiento. No puedo sino admirar a este titán contemporáneo enfrentado a periódicos, radios, televisiones y redes sociales, y empeñado a buen seguro en una contestación radical de la publicidad y de sus reglas. Me quito el sombrero.
Por si lo anterior fuera poco, y en un segundo escalón, está más que justificado que mi libro desagradase a este luchador. Certifico que es una obra superficial y disolvente -cómo me gusta este adjetivo-, llena de improperios y anacolutos, a diferencia de lo que nos ofrecen esos pulidos tertulianos de los que tanto tenemos que aprender. Todos los días debería abrirse en el aula un espacio para proyectar una tertulia. Ahí sí que maduran las mentes.

Solo se me ocurre enunciar, aun así, una queja. No entiendo, en el fondo, a qué viene toda esa historia del adoctrinamiento. ¡Con lo fácil que hubiera sido pedir la retirada de mi libro por lo aburrido que es! Doy fe de que sé de qué estoy hablando. He tenido que leerlo una docena de veces para preparar sucesivas reediciones, versiones latinoamericanas y traducciones a otras lenguas; por ahí adelante hay mucho depravado inmerso en la droga del adoctrinamiento. Seguro que eso -la sordidez de la obra- es, al cabo, lo que ha apreciado la inspección educativa en el paraíso de la libertad ayusiana. Ya lo decía mi hija, cargada de razón, un par de décadas atrás: mi padre es un aburrimiento.

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