Ha fallecido Óscar. «La satisfacción de este profesor dinosaurio es cuando, incluso yendo por otra acera, me saludan los antiguos alumnos.»

  • Ayer día 18 de mayo, por la noche y de forma inesperada, nos dejó Óscar. Nuestro profesor de Filosofía, nuestro profesor emérito docente jubilado.

  • Añoraremos esas reuniones en torno a la mesa de STELE, donde todos escuchábamos, oíamos y aprendíamos de sus experiencias vitales, dentro y fuera de la docencia. Gloria y su «niño» saben de lo que hablamos.

Oscar-Gonzalez-Alvarez

La satisfacción de este profesor dinosaurio es cuando, incluso yendo por otra acera, me saludan los antiguos alumnos.

Mural-IES-Ordoño-II

Como homenaje copiamos uno de sus artículos, donde nos «comunica» algunas de sus experiencias:

IES Ordoño II. En una reciente visita que hice al Instituto ‘La Palomera’ saqué una foto del mural en el que con su caracteristico gracejo el dibujante LOLO dejó para el recuerdo. El mural representa cuatro adolescentes con sus respectivas mochilas en dirección al Instituto. En su conversación, en los ‘bocadillos’, dicen: «Pues me ha dicho mi padre que el Instituto se abrió en 1972», a lo que contesta el compañero: «Sí claro… y venían los dinosaurios a estudiar… ja, ja, ja», y debajo se lee 50 años de educación pública.

Yo soy uno de aquellos dinosaurios, profesor en aquel lejano año de 1972. Para un adolescente de 2022, aquel año le suena a la época del Triásico. Medio siglo pesa mucho en la vida… pero da satisfacción personal poder celebrar estas Bodas de Oro.

¿Cómo fueron los comienzos en aquel primer curso de 1972? Los inicios fueron precarios, no teníamos encerados en las aulas, inconveniente que solucionó la dirección cuando llegó un camión con encerados de madera recogidos de las escuelas rurales, pero para escribir, con una mano sujetábamos el encerado apoyado en un pupitre y con la otra usábamos la tiza.

La ubicación del centro estaba a las afueras de la ciudad en un descampado rodeado de prados y unas pocas casas de una planta. Tampoco habia valla que delimitase los terrenos del Instituto. Por los aledaños transitaba una recua de vacas lecheras que llegaban hasta las puertas del centro, creo que eran ‘diputadas’ porque pertenecían a la Diputación. El director aprovechaba la presencia de las vacas para sacarles fotos ampliadas que enviaba al Ministerio para solicitar la valla del centro. Estos pequeños inconvenientes los superábamos con la alegria de la juventud, recién salidos de las aulas universitarias, y con el empuje de nuestro primer destino docente. En el claustro seríamos unos cuarenta profesores para cuatrocientos alumnos. Nos sentíamos cercanos a los alumnos, nos distanciaban unos pocos años de edad.

El Instituto, desde su apertura y desde su ubicación, tuvo un carácter social. Los barrios y poblaciones limítrofes enviarían sus hijos, pero al ser las clases por la mañana y por la tarde, y dada la distancia, no tenían tiempo para ir a comer a sus domicilios, y por eso se abrió un comedor, con sus respectivas cocinas, donde así podían comer profesores y alumnos, o sea como en familia.

Desde el principio el Instituto tuvo atención sanitaria, pues todas las mañanas el doctor M. Álvarez Franco reconocía, por grupos, a los alumnos con rayos X, etc.. Este servicio estuvo vigente cuatro años y desapareció por orden del Ministerio en todos los institutos.

El nombre del Instituto Ordoño II se impuso aproximadamente hacia 1974. En un principio se conoció como ‘Mixto de La Palomera’. Fue el primer instituto mixto de León (posteriormente serían todos). El ser un Instituto Mixto era una novedad. Lo «normal» era Instituto Masculino o Femenino. Todavía podemos ver escrito «Niños y «Niñas» en la fachada de las Escuelas de El Cid, hoy sede de la Cruz Roja. Los profesores, además de impartir sus clases, teníamos que ser tutor de un grupo. Recuerdo que al inicio de ese curso vino una madre de un alumno a entrevistarse conmigo para manifestarme su inquietud al ser el Centro Mixto. Traté de aclararle que lo de mixto, alumnos y alumnas, era normal, lo mixto está en todas partes: las calles, las aceras, los autobuses, las asignaturas, los comercios…, usted tiene marido, así pues su casa también es mixta. Creo que la madre marchó convencida con la argumentación empirica.

Con mis primeros sueldos compré un coche, un Seat 124. Me senti el rey del mambo, ya que aquel coche era una maravilla de la época, atrás había quedado el Seat 600. Alguna vez he visto algún Seat 124 por la ciudad y lo he contemplado con nostalgia.

En noviembre de 1975, después de una larga agonía, según el «equipo médico habitual», falleció el caudillo, Jefe del Estado, generalísimo Franco. Mi padre me dijo: «a lo mejor vuelve la guerra», él que había estado en varios frentes de la Guerra Civil. Nos llegó la orden que en todos los edificios oficiales ondease la bandera a media asta, el problema era que el Instituto no tenía bandera, solo estaban los mástiles… el secretario del Instituto, que no era de León, acudió a mí para ver donde comprábamos una bandera grande. En la calle Independencia había un establecimiento que vendían artículos militares: gorras, correajes, rombos para el uniforme… Preguntamos por una bandera grande para el Instituto que fuera de precio módico. Nos contestaron que «la bandera no tiene precio», pero el desembolso fue de 5.000 pesetas de la época. Inmediatamente ondeaba la bandera a media asta en el centro.

El profesorado en la rama de Letras, en su mayoría, procedíamos de seminarios, o de órdenes religiosas. En los años de nuestra adolescencia, años difíciles de la posguerra, los padres enviaban masivamente sus hijos a estudiar a centros religiosos con un coste económico bastante asequible. Posteriormente, pasamos a las aulas universitarias. (Recuerdo que un compañero al hablar de nuestra procedencia religiosa decía «somos excombatientes del Vietnam»). Creo que, a pesar de nuestra procedencia religiosa, realizamos una labor docente positiva en aquellos años a nivel nacional.

En la década de los setenta se implantó el BUP: Bachillerato Unificado Polivalente. Fue un bachillerato con contenidos positivos, tanto en Letras como en Ciencias, aunque, por supuesto, menos que en la época de las eválidas de 4º y de 6° del antiguo bachillerato. Se planteó el tema de las calificaciones: hasta el momento eran de 0 a 10. Pero eso de un «cero», según los entendidos, podía traumatizar al alumno y los pedagogos inventaron unas siglas para calificar, no solo los conocimientos, sino la actitud del alumno, con letras. Las letras: I, C, R.C. que traducido era: Insuficiente, Comportamiento normal, Recuperar conocimientos. Y también SCS, BCS (Satisfactorio normal, Bien), aquello de «progresa adecuadamente»… total que el boletín de notas era un galimatias de letras. Los tutores teníamos que impartir un «curso explicativo del significado de aquellas siglas». Aquello duró un tiempo y visto lo visto se volvió a la calificación numérica.

La convivencia entre profesores y alumnos era amistosa y, a la vez, respetuosa. Los finales de curso eran celebrados por todo lo alto. Teníamos una orquestina para animar las cenas de despedida que teníamos en el centro, en nuestro comedor… y como no teníamos vecinos, no molestábamos a nadie con el alboroto juvenil. Los alumnos de COU también celebraban sus despedidas en el Barrio Húmedo e invitaban a sus profesores.

Los alumnos y alumnas practicaban una verdadera amistad y respeto y, por supuesto, que algunos tenían motes, lo mismo que algunos profesores, pero nunca hubo acoso, ni verbal ni físico, lo contrario de hoy con el ‘bulling’, o la violencia de género. Los primeros años impartí inglés, pues hacía poco que había regresado de USA, donde había estado algunos cursos. Posteriormente, ya me dediqué a la Filosofía, que es mi especialidad, durante 30 años. La Filosofía hoy está denostada en el ámbito académico y docente, ha quedado como optativa, para unos pocos… la Historia de la Filosofía.

La Filosofía, cuyo nombre significa «amor a la sabiduría», es y ha sido substrato de valores: justicia, amistad, honradez, respeto, la sociabilidad… estos valores no se compran con dinero. Recuerdo aquellos años en los que en la «sobremesa» se hablaba y dialogaba sobre estos y otros temas familiares y se atendía también a la información del tiempo metereológico. En cambio, hoy están cuatro comiendo y cada uno con su móvil, y si se cae el whatsapp es un tragedia mundial.

Quiero terminar agradecido a la comunidad educativa del IES Ordoño Il y a la actual dirección el esfuerzo que han hecho y hacen para celebrar estas Bodas de Oro. Por el IES han pasado miles de alumnos y cientos de profesores que se han incorporado a la sociedad española y extranjera. Esperamos y estamos seguros que el Ordoño II cumplirá las Bodas de Platino y de Diamante, siendo un referente para muchos jóvenes leoneses y de otros lugares, para construir una sociedad cada vez mejor y más justa.

La satisfacción de este profesor dinosaurio es cuando, incluso yendo por otra acera, me saludan los antiguos alumnos.

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